A menudo sabemos de la muerte de gente conocida. Un vecino, un viejo profesor, el hijo del amigo de alguna amiga... En principio nada vinculante, un mohín de pena, un "no somos nadie", a lo mejor acudir al funeral, y a seguir para adelante. En la mayoría de ocasiones. Porque a veces, estas muertes te tocan alguna fibra y te dejan afectado durante unos días.
Algo así me ha pasado últimamente. Y por partida doble. En el plazo de una semana se han muerto dos personas de las que estaba muy desconectado, pero que han ido a golpearme casi simultáneamente. El padre de un amigo y una antigua compañera de clase. A ambos llevaba mucho tiempo -años- sin verlos, pero sus muertes me han afectado y han ensombrecido ly nublado aún más últimas jornadas.
Normalmente tengo muy claro que nos moriremos y no le doy mayor trascendencia al asunto, es algo que hay que pasar y ya está, no lo tiño de moralina cósmica (como mucha gente, que habla de la muerte justa o injusta de los demás) y lo asumo con tal vez demasiada frialdad. Pero hay algunos días en que la coraza se resquebraja y lo que en otro momento no dejaría de ser anecdótico, adquiere una centralidad inesperada y dolorosa. Es entonces el momento de meditar.
5 comentarios:
Muy cierto. Personalmente pase por lo mismo hace una par de años, una amiga de tan solo 16 años murió asesinada a unas pocas cuadras de mi casa, yo volvía de comprar unas cosas cuando pase a metros del alboroto sin imaginarme lo ocurrido. A las pocas horas me llaman por teléfono para darme la noticia y una sensación horrible invadió mi cuerpo. Esas son las cosas que escuchamos en la tele y nunca imaginamos que nos van a tocar a nosotros. Aquellas tarde en las que parece que nada me sale bien y me siento triste siempre pienso en ella y en todo lo que no pudo vivir, y me doy cuenta de que la vida es demasiado corta para hacerse problemas por pavadas, de que nunca hay que dejar nada para mañana y de tantas otras cosas
Este verano murió un primo segundo mío al que hacía mucho no veía y conocía poco también. Sin embargo me conmocionó: por el resto de su familia que tenía que despedir al cuarto miembro de seis que eran (se quedan mi tía y un primo vivos) y por la forma en que ocurrió: un accidente estúpido al intentar arreglar un simple aire acondicionado.
Después del año tan catastrófico que llevo fue como la guinda y sí, me hizo reflexionar. Ya no tanto por lo justo o injusto de la vida si no por lo mismo que te comenta Sol: hay que intentar tomarse las cosas con mayor ligereza, estamos de paso y es un viaje realmente corto.
Medita muchacho: es bueno hacerlo.
Saludos!
Me alegra mucho ver que el filósofo gana terreno al enfermero, aunque sea a través del dolor.
Un abrazo Pez.
Veo que no soy el único al que estas cosas hacen reflexionar. Pero ojo, que no se trata tampoco de caer en un "qué bello es vivir". La vida simplemente es, hay días mejor y días peores. Y mañana será otro día. Hasta que llegará un día en que no habrá mañana. Así se simple.
Saludos a todas
Exactamente! opino lo mismo (para no variar).
Salud!
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