Por norma general, se habla de la cultura como si fuera un modo de controlar y mantener a raya los instintos más bajos. De este modo, se establece un corte entre nuestro sustrato animal y la civilización, como si fueran instancias antagónicas y en cierto modo forzadas a convivir. Desde el punto de vista analítico, la distinción funciona, pero esto no nos ha de llevar a pensar en que instintos y cultura son contrarios irreconciliables. Más bien al contrario, la cultura es fruto de un instinto "culturizador" muy intenso de nuestra especie. Que puede entrar en conflicto con otros instintos, sí (como entran en conflicto a veces los instintos de otras especies), pero un instinto al fin y al cabo. No hay, pues, un cultura que se imponga a la brutalidad animal, sino un instinto que predomina por encima de los demás, y no siempre.
3 comentarios:
Nunca me ha convencido nada esta distinción entre los instintos (fuente de agresividad y tensiones) y la cultura (entendfida como aquello que contrarresta los citados instintos), más que nada porque si uno se fija un poco lo que sucede es otra cosa: la violencia humana más característica, es decir, aquella que nos lleva a los genocidios y a los actos de terrorismo y guerras más letales, necesita de la cultura para ponerse en marcha. Nuestra violencia se canaliza y amplía su espectro destructivo gracias a los sistemas culturales que les dan sentido y finalidades a unas creencias que implican siempre violencia (es decir, voluntad de dominio que, en su última fase, es voluntad de aniquilación).
Bueno, este tema es muy interesante...estoy de acuerdo con Pez en que la cultura no siempre es "eso colectivo" que frena, sino que también es manifestación de un instinto animal, ejercido por una persona o grupo de personas, para proceder a una socialización del grupo, en la dirección que sea. Es decir, que unas veces frena y otras ampara y protege. Pero también estoy muy de acuerdo con Horrach en que siempre implica una forma de violencia, y esto es anterior a lo colectivo ( y más individual).
Por ejemplo, adaptando el ejemplo a la actualidad política. En esta ciudad hay un gran número de subvenciones, ayudas, convocatorias culturales (o artísticas, por no usar "cultura" en vano ni reducirla a lo fácil). Ahora bien, extrañamente siempre recaen en miembros o personas afines al mismo grupo político (o social, que también). Es decir, que esa cultura ( como manifiestación de una tendencia política hacia una expresión artística) al final acaba produciendo una élite endogámica, que se retroalimenta, y que de alguna forma ejerce la violencia porque conlleva un número cerrado de elementos: el suficiente para que dichas ayudas existan ("hay mucha inquietud artística en esta ciudad") pero no tanto como para que se diluyan entre la multitud (´"sólo nosotros somos los auténticos artistas").Una violencia nace de la propia supervivencia del individuo y por tanto es anterior a su pertenencia al grupo. Y supongo que es un ejemplo que puede reconducirse a cualquier ámbito social, que al final conforma la cultura de un grupo: la religión, el mercado,la enseñanza, el sistema político o un mercadillo hippie.
(Por otra parte, como este tema veo que es ya viejo entre vosotros, seguramente no he entendido nada y mi comentario sea de todo menos pertinente, que también puede ser).
Estoy de acuerdo con los dos, sólo precisaría que al hablar de instintos me refería a algo más amplio que la violencia o la agresividad, aunque es innegable que se mezcla con muchos de ellos.
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