martes, 1 de septiembre de 2009

Oradour-sur-Glane


Las ruinas tienen un encanto especial. Si se trata de un pueblo entero, la atmósfera se densifica, coagula en torno a las paredes medio caídas. Y si además el sitio ha sido escenario de hechos luctuosos, se vuelve opresiva. Algo así sucede en la localidad francesa de Oradour-sur-Glane. En ella, el 10 de junio de 1944, mientras en el norte del país las tropas aliadas empezaban a liberar la región de Normandía, el ejército nazi mató a casi toda la población (642 personas, 200 de ellas niños) y luego la incendió. Por un error, la división SS Das Reich de las Waffen-SS, creyó que en el pueblo se escondían armas de la Resistencia. El error consistió en que se equivocaron de pueblo. El que sí guardaba relación con la Resistencia era Oradour-sur-Vayres, a unos 30 kilómetros.

Al terminar la guerra, DeGaulle ordenó expresamente que Oradour no se reconstruyera, que se quedara como estaba. Y allí sigue. Los edificios en ruinas, los coches oxidados, tal y como quedó en aquella jornada, recordándonos que una vez la guerra pasó por allí. Sólo algunas placas, un memorial y un museo alteran el panorama, subrayando la barbarie que ocurrió, con la voluntad de que nadie la olvide (y, quién sabe, sirviendo de inspiración para masacres futuras).

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