Al otro lado, éste saltó de los caballos a tierra
con la pica en la izquierda, mientras con la otra
asía una piedra brillante, aristada, cuyo contorno tapaba su mano.
La tiró con los pies asentados en el suelo, y no quedó corta
ni fue vano el tiro, sino que acertó al auriga de Héctor,
a Cebríones, hijo bastardo del ínclito Príamo, encargado
de las riendas del carro, con la aguda roca entre las cejas.
La piedra le machacó las dos cejas, y ni siquiera la detuvo
el hueso, y sus ojos cayeron al suelo en el polvo
ante sus propios pies. Como el acróbata que se zambulle,
se desplomó de la elaborada caja y su ánimo abandondó los huesos.
Burlándote exclamaste, oh Patroclo, conductor de caballos:
"¡Oh! ¡Qué agilidad! ¡Con qué facilidad da volteretas!
Si alguna vez este hombre estuviera en el mar, rico en peces,
buscando ostras, saciaría a muchos con sus saltos desde la nave,
aunque hubiera mar de fondo, a juzgar por la facilidad
con la que ahora en la llanura da la voltereta desde el carro.
Verdad es que también los troyanos tienen buenos acróbatas".
La piedra le machacó las dos cejas, y ni siquiera la detuvo
el hueso, y sus ojos cayeron al suelo en el polvo
ante sus propios pies. Como el acróbata que se zambulle,
se desplomó de la elaborada caja y su ánimo abandondó los huesos.
Burlándote exclamaste, oh Patroclo, conductor de caballos:
"¡Oh! ¡Qué agilidad! ¡Con qué facilidad da volteretas!
Si alguna vez este hombre estuviera en el mar, rico en peces,
buscando ostras, saciaría a muchos con sus saltos desde la nave,
aunque hubiera mar de fondo, a juzgar por la facilidad
con la que ahora en la llanura da la voltereta desde el carro.
Verdad es que también los troyanos tienen buenos acróbatas".
Homero. Ilíada, canto XVI.
4 comentarios:
¿Qué traducción lees, Pez? ¿La de Gredos, la de Austral? Seguro que la primera es filológicamente más correcta, pero el encanto que tiene la segunda no se lo quita nadie. Te lo dice uno que ha leído las dos (aunque tengo en paradero desconocido justamente la segunda. Lástima, si no colgaría alguno de esos impagables epítetos...) Por lo demás, pasote de libro, a la que uno consiga entrar en el rollo. Vale que se repite más que un empacho de huevos duros, vale que episodios como el catálogo de las naves puede ser tan emocionante como leer el listín telefónico, pero el encanto que tienen las batallitas, con los personajes hablando tranquilamente en medio del campo de batalla, el genio que se gastan héroes y dioses, a quién más caprichoso, y puntazos hasta decir basta uno detrás del otro la hacen una lectura imprescindible, seguro. Ya nos contarás.
Por cierto, te agradezco los enlaces y tal, pero ¿las tres direcciones? Hubiera bastado -bastaría- una de las tres, que cada una remite a las otras dos... suponiendo que a alguien le interese un carajo. A mi, desde luego, ni pizca. Con lo tranquilo que se vivía en el anonimato ;)
A mí la Ilíada se me atragantó. Empecé a leerla en 1997 y hasta finales de 1999 no la acabé; 3 años a ratos perdidos. Se me caía de las manos, y siempre dejaba estar para otra ocasión su lectura. Curiosamente no me pasó lo mismo con la Odisea, que me leí en pocos días y que disfruté mucho más.
Estoy con la edición de Gredos, traducida por Crespo. Es verdad que el estilo a veces es repetitivo, pero también es cierto que cuando se entra en el rollo el libro es una pasada. Obligada lectura, sí señor.
Rabino-Guadiana: ¿Ha quitado usted los blogs porque yo los había enlazado?¿O es más bien una cuestión de estilo?
Horrach: no es usted el único al que se le atraganta. Ni tampoco el único al que le ha gustado más la Odisea. Y ni siquiera nos queda la película, puesto que no respeta casi nada del original.
Saludos.
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