El mes pasado escribí en torno a la cuestión surgida en torno a un decreto de implantación y exigencia de las titulaciones de catalán en las próximas oposiciones del ib-salut. Se suscitó el debate y hubo movilizaciones (una en contra y otra a favor), y desde entonces no pocas conversaciones han girado en torno a l asunto. Se prometieron más acciones, porque, según los promotores, no había que dejar que algo así ocurriera. Pasado más de un mes, no hay noticias por ese lado. Por el otro sí que las hay. Lejos de dar marcha atrás (al principio se habló de una moratoria para el proceso oposicional en marcha), han reforzado sus posiciones, exigiendo el nivel B de catalán también para ingresar en las bolsas de trabajo (antes sólo era para tener plaza fija), igualando a todos (una de las quejas era que, si no se pide el catalán para contratar al personal, no debería serlo para hacer fija a la gente). ¿Alguien ha dicho algo? No. Nadie levanta la voz ahora. El frío, la discusiones, o algunas prebendas, vaya usted a saber, han callado la boca a muchos (al menos, a los que están en posición de movilizar a la gente). A mis preguntas, la respuesta es un "¿Para qué, si no va a venir nadie a protestar?". Cunde el desánimo. Los gobernantes, supongo, cuentan con ello, y saben que el tiempo juega a su favor. Mientras tanto, la gente, o se apunta corriendo a cursos de catalán, o van preparando las maletas para volverse a su tierra, con la sensación de que se les ha dado la patada (o eso es lo que dicen). Y lo que están arriba, frotándose las manos, unos porque ven más cerca la Arcadia catalana, y otros sentados a la mesa, convidados de piedra a los que contentar con las migajas del banquete, jánicos, poniendo una cara a las bases y otra a los agentes del poder, contentándolos a todos, recibiendo los dulces de unos, alentando rabietas en los otros, pero al final, todos sentados a la misma mesa.
4 comentarios:
Es algo muy propio de nuestro tiempo que las protestas (o al menos algunasn de ellas) pequen de inconstancia. Al final parece que a veces uno persigue más hacer el ganso en una manifestación y pasárselo pipa con los gritos y el espíritu grupal, que defender unas posturas determinadas. En el caso que cuenta parece que la cosa va por ahí, que ahora que se endurecen los términos de la ley del Govern las críticas desaparecen o se vuelven más tímidas. El personal está preparanado las navidades, y lo demás se torna secundario.
Y no lo dude: en estas propuestas de contenido lingüístico lo quehay es una fobia al otro que tira de espaldas. Sea peninsular o extranjero, lo que se pretende es ir 'limpiando' el terreno de competencia para los autóctonos, que así no tienen que disputar puestos de trabajo con 'los de fuera'. Políticas de derecha o, más bien, de ultraderecha es lo que son, aunque se disfracen de progresismo.
saludos
Cierto parece increíble que se plantee el asunto lingüístico, me parece injusto para aquellos en los que en sus comunidades se habla sólo castellano.
Sería más justo que una vez superadas las oposiciones se comprometiran a aprender el idioma correspondiente.
Por emjemplo, yo conozco gente que ha preferido examinarse del idioma antes que hacer la tesis doctoral, por lo de la equivalencia de puntos pero no lo utilizan ni aunque se dirijan a ellos en ese idioma...de qué sirve entonces?
De cada vez me parece peor que se tenga que legislar en torno a estos asuntos. Está bien la promoción y el estímulo para que la gente estudie una lengua, sobre todo si se está en una región bilingüe. Pero de ahí a exigir cuotas y titulaciones, hay un trecho bastante grande.
Lo que las autoridades deberían mirar como prioridad es tener buenos profesionales, vengan de donde vengan. Porque la cuestión aquí no es que haya gente que se niegue a aprender el catalán, el problema viene por la imposición como criterio para poderse presentar a las oposiciones (de la gente con la que he hablado, nadie se niega a aprenderlo y a hacer cursos, sino a que se le niegue la posibilidad de presentarse si no tienen el titulito de marras).
Y lo que ocurre, y muchos no son conscientes de ello, es que con la Iglesia (nacionalista) hemos topado.
Ese es el gran problema: que la competencia en la lengua catalana se pone por delante de la capacidad y nivel para desempeñar la labor de turno, en este caso médica. También sucede eso en filosofía, que se valora más el nivel D de catalán ¡¡que todo un doctorado!!
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