Ante la gran mayoría de información, y dada la supuesta proliferación o moda de las fake news (en realidad no es nada nuevo, sólo que ahora el periodismo está en uno de sus momentos más bajos y cuela cualquier cosa), uno ya se pregunta ante cualquier noticia si no será falsa. Es un efecto nada desdeñable: llegamos a no creernos nada. Así, junto a los que se van a tragar lo que más cuadre con sus filias y sus fobias, estaremos los que no vamos a dar ninguna credibilidad a nada. Y tal vez eso sea lo que busque quien quiera que sea que maneja los hilos: tenernos confundidos y que no estemos al tanto de lo que pasa o no pasa, por activa y por pasiva.
Por otro lado, puede que siempre haya sido así y estemos ahora descubriendo el Mediterráneo.
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