La última gilipollez revolucionaria es ir a trabajar vestido de negro. Como a determinados grupos les tocan más de cerca algunas medidas gubernamentales, para demostrar su disconformidad, van y se ponen de luto. Y luego se comentan los modelitos, se hacen fotos y las cuelgan en las redes sociales de turno: mirad que chulos somos que protestamos, nos implicamos y ayudamos a cambiar las cosas.
Mientras tanto, en algún despacho hay alguien que debe estar pegándose unas buenas risas.
De un tiempo a esta parte, uno de mis mottos es que nos merecemos todo lo que nos pase. Pues suma y sigue.
1 comentario:
Concuerdo cien por ciento. La revolución se hace con cócteles y a las puertas de instituciones gubernamentales y bancos. Lo demás, payasadas!
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