Servidor ha participado en varios congresos, como simple asistente o presentando alguna comunicación. Resulta que para que la Universidad deje hacer una tesis dooctoral, hay que demostrar que se puede investigar con cierta solvencia y que por tanto se puede hacer algo de relativo interés. Por ello exigen que se haya publicado alguna cosa, bien mediante artículos en revistas o bien mediante comunicaciones en congresos (algunas de las cuales se publican en texto). En resumen, se trata de una cuestión de currículum. Y claro, ya que en cierto modo estoy obligado, pues hagámoslo de la forma más llevadera posible. Primero, busquémonos algún congreso con un tema de interés para la tesis que se piensa desarrollar o que nos interese especialmente. Luego, que sea en algún lugar interesante o que nos apetezca visitar. Finalmente, hay que buscar buena compañía, animar a colegas para que presenten algo y así poder ir juntos.
Una vez confirmada la aceptación por parte de la organización del congreso, podemos ponernos en marcha: buscar alojamiento (barato y sencillo) y billete para volar. Y hacerse con planos y lugares de interés. Porque, desengañémonos, a lo que se va es a visitar la ciudad. El congreso es a menudo algo secundario. Esta clase de congresos suelen durar unos pocos días (3-4), y son auténticas maratones de ponencias, comunicaciones y conferencias. A veces duran más de doce horas, lo que los hace insufribles. Si uno se siente responsable, se mira el programa y se señala los actos de mayor interés para intentar asistir (por supuesto, en ellos esta la propia presentación y las de los colegas, cosa del compromiso). Y luego, a organizar el congreso paralelo, las visitas que se quieren hacer y los monumentos a contemplar.
Sea como fuere, la apertura del congreso es ineludible, más por ver la fauna que se moverá el congreso que por otra cosa. Allí van casi todos los asistentes, para recoger materiales y hacer acto de presencia, y es el mejor momento para evaluar si vale la pena tragarse más o menos parte del congreso (siendo sincero, si hay suficientes féminas interesantes como para intentar hacer algo en los días que dure el congreso). Si la organización es avispada, intenta organizar algunas actividades paralelas (visitas, cenas, actos culturales...) para distender un poco la espesura y evitar que los asistentes se escaqueen para hacer esas mismas visitas, pero es algo que, a los congresos a los que he ido, no se hace mucho (la filosofía es lo que tiene, me consta que los médicos se lo montan mucho mejor), aunque recuerdo una sesión de danza del vientre en Madrid más que interesante.
Algunos congresos a los que he asistido han tenido lugar en mi ciudad. Son los más cómodos, uno hace su vida normal y va a lo que le interesa, sin obviar la posibilidad de enganchar a algunas asistentas para hacerles de anfitrión y enseñarles algunos rincones de la ciudad (sí, qué pasa, los congresos son sitios interesantes para ligar).
Mi trayectoria congresual ha sido de creciente desprendimiento. Al primero asistí casi íntegramente, y en los siguientes fui yendo menos y menos y disfrutando de las ciudades que visitaba. La cima la alcancé en el último al que fui (hace casi dos años), en Granada, al cual sólo fui a dos o tres comunicaciones de compromiso y a la mía propia. Aunquer bueno, debo reconocer que en mi comunicación estuve bastante ausente (la presenté sumido en una de las peores resacas de mi vida, con un dolor de cabeza que no me dejaba levantar la vista de la mesa, y que me impidió responder a alguna de las preguntas que se me hicieron). Tras esta experiencia, decidí no volver a más congresos, al menos de momento.