Como un viejo y agotador matrimonio, mi ordenador y yo hemos de tener bronca cada equis tiempo. A veces soy yo el que juego con él, y otras veces es él quien juega conmigo. Nos ponemos a prueba y mantenemos un pulso que, al menos a mi, me saca de quicio. Pero no pienso ceder. No va a poder conmigo. Y a pesar de todo, a estas alturas, no puedo pasar sin él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario