Cuando hice las prácticas de materno-infantil (ignoro cómo se llama la asignatura en los planes de estudio nuevos), me tocó pasar unos días en paritorios. Lo más curioso era la reacción de mis compañeras, que, unánimemente, afirmaban no querer tener hijos. Y es que el espectáculo de un parto es bastante desagradable. La literatura, el cine, y la ñoñería generalizadas han generado una visión bucólica del momento de parir bastante alejada de la realidad que no hace ningún bien.
Debo afirmar que yo mismo, que tengo un estómago bastante duro y aguanto cualquier clase de escenas, lo pasé mal, sobretodo en el primero que vi. Ver una cabeza asomar por ahí abajo es algo espectacular, sobretodo antes de que salga, cuando provoca una dilatación del periné (la zona que hay entre el introito vaginal y el ano, para que nos entendamos) bastante impresionante. Al mismo tiempo, empeizan a fluir las sustancias: sangre, heces, y porque en la mayoría de casos se tiene la precaución de vaciar la vejiga con una sonda, porque si no el niño nacería regado de orines también. La cará del recién nacido suele ser un poema, con los rasgos contraídos y como con cara de angustia (claro, no debe ser agradabla que te hagan pasar, a empujones, por un sitio muy estrecho). Además está el aspecto del bebé: amoratado y cubierto de vérmix . Y luego viene la placenta, ese tejido purpúreo y con aspecto extraterrestre. En fin, un poema, y eso cuando no les da por usar esos instrumentos de tortura que llaman fórceps o ventosas.
Pero hay más. Los ruidos y la actividad que se desarrolla dentro del paritorio. Como un parto dura relativamente poco (al menos la fase de expulsión), el equipo debe estar bien coordinado y engrasado, y allí todo el mundo se mueve y habla casi sin parar. La matrona da sus consejos y órdenes, las enfermeras que le dicen cosas a la pobre parturienta (a veces a grito pelado: "empuja, respira" y otras lindezas). Y la pobre mujer, gritando (no es lo más recomendable, puesto que en silencio se empuja mejor), a veces sin más, y otras jurando, a voces, que sus parejas no les vuelven a tocar (no es exageración, lo he visto). Y el colofón, la episiotomía, ese corte que se hace en la vagina para ensanchar el canal del parto, y que se hace y luego se cose en vivo (cómo debía ser el estado de aquella señora, que ni se enteró, pero ver al personal blandiendo las tijeras y cerrándolas en esa zona fue desequilibrante).
Yo era sólo un alumno y poco podía hacer. Tan sólo quedarme en un rincón, encogido para no molestar, y luchando contra el mareo que amenazaba. Y, en una ocasión, me tocó darle la mano a la parturienta. Y sólo puedo decir que lo que sale en las películas cómicas no es exageración: casi me la rompe de lo fuerte que la estrujaba, y yo manteniendo la compostura, haciendo ver que no me dolía nada (la pobre se dio cuenta, y entre pujo y pujo, me pedía perdón por machacarme la mano, a lo que sólo pude responder con un "no pasa nada, usted empuje, empuje...").
Pero ya digo, lo más curioso es la reacción del sector femenino, ante la cual, un ginecólogo afirmaba que no deberían dejar entrar a las chicas al paritorio.
Debo afirmar que yo mismo, que tengo un estómago bastante duro y aguanto cualquier clase de escenas, lo pasé mal, sobretodo en el primero que vi. Ver una cabeza asomar por ahí abajo es algo espectacular, sobretodo antes de que salga, cuando provoca una dilatación del periné (la zona que hay entre el introito vaginal y el ano, para que nos entendamos) bastante impresionante. Al mismo tiempo, empeizan a fluir las sustancias: sangre, heces, y porque en la mayoría de casos se tiene la precaución de vaciar la vejiga con una sonda, porque si no el niño nacería regado de orines también. La cará del recién nacido suele ser un poema, con los rasgos contraídos y como con cara de angustia (claro, no debe ser agradabla que te hagan pasar, a empujones, por un sitio muy estrecho). Además está el aspecto del bebé: amoratado y cubierto de vérmix . Y luego viene la placenta, ese tejido purpúreo y con aspecto extraterrestre. En fin, un poema, y eso cuando no les da por usar esos instrumentos de tortura que llaman fórceps o ventosas.
Pero hay más. Los ruidos y la actividad que se desarrolla dentro del paritorio. Como un parto dura relativamente poco (al menos la fase de expulsión), el equipo debe estar bien coordinado y engrasado, y allí todo el mundo se mueve y habla casi sin parar. La matrona da sus consejos y órdenes, las enfermeras que le dicen cosas a la pobre parturienta (a veces a grito pelado: "empuja, respira" y otras lindezas). Y la pobre mujer, gritando (no es lo más recomendable, puesto que en silencio se empuja mejor), a veces sin más, y otras jurando, a voces, que sus parejas no les vuelven a tocar (no es exageración, lo he visto). Y el colofón, la episiotomía, ese corte que se hace en la vagina para ensanchar el canal del parto, y que se hace y luego se cose en vivo (cómo debía ser el estado de aquella señora, que ni se enteró, pero ver al personal blandiendo las tijeras y cerrándolas en esa zona fue desequilibrante).
Yo era sólo un alumno y poco podía hacer. Tan sólo quedarme en un rincón, encogido para no molestar, y luchando contra el mareo que amenazaba. Y, en una ocasión, me tocó darle la mano a la parturienta. Y sólo puedo decir que lo que sale en las películas cómicas no es exageración: casi me la rompe de lo fuerte que la estrujaba, y yo manteniendo la compostura, haciendo ver que no me dolía nada (la pobre se dio cuenta, y entre pujo y pujo, me pedía perdón por machacarme la mano, a lo que sólo pude responder con un "no pasa nada, usted empuje, empuje...").
Pero ya digo, lo más curioso es la reacción del sector femenino, ante la cual, un ginecólogo afirmaba que no deberían dejar entrar a las chicas al paritorio.
8 comentarios:
Feo, muy feo parece el panorama que describe. De película de Cronenberg (sale un parto alucinante en su adaptación de 'La mosca': Geena Davis pare a un gusano gigantesco). Yo creo que lo pasaría igual de mal o peor, que soy algo impresionable con estas cosas. Sobre todo si la que pariera fuera mi mujer (cosa que, dado mi éxito con el sexo ctónico, lo dudo). Pero es lógico que sean las mujeres las que den a luz: que por algo tienen ese buen feeling con lo telúrico y lo viscoso, no? Nosotros, los seres apolíneos, estamos para otras cosas.
Por cierto, ¿qué es el 'vérmix'?
shalom
AINS PEZ!!! que ganas de quitarme el romanticismo del parto... jejeje!
No me extraña que los padres que entran al paritorio se mareen y esas cosas.
Yo no he visto ningún parto humano, pero sí uno felino, otro canino y... ¡uno vacuno!, este sí que es para flipar: ver al ganadero metiendo el brazo entero, sin exajerar, el brazo entero hasta el hombro para ir comprobando, jó! fue una asquerosidad, lo admito, pero a mí me hizo una ilusión que no veas ver parir una vaca, de verdad que fue flipante y además ver cómo el ternerillo se empieza a levantar nada más nacer... en fin, que aquí en el monte las cosas se ven y piensan de otra forma.
Amigo pez, le recuerdo que no en todos los hospitales se da el panorama que ha descrito usted (aunque estoy de acuerdo que impresiona ver salir al bebé por ese "agujerico").
@Horrach
El vérnix caseoso es una capa de grasa y células muertas que recubre la piel del bebé. Se supone que protege frente a rozaduras y agrietamiento de estar en el medio acuático y tiene propiedades antibacterianas.
Peces, no hablo del paritorio en general, sino de mi experiencia en un paritorio concreto hace cosa de unos diez años. No sé si ahora mismo la cosa sigue igul (me consta que no del todo). De todas formas, lo de la cabeza asomando no creo que cambie e ningún lado, y es lo más impresionante de todo.
Pens, yo no he visto partos animales (un urbanita de pro como servidor sólo los ve por la tele), pero sí que he visto medio brazo metido ahí dentro, y no en una vaca precisamente...
Horrach, no me invierta usted los términos, no es que estén a gusto con eso por ser telúricas, sino que son viscosas y telúricas por el hecho de engendrar y parir. Diría que esa conexión viene dada precisamente por ese momento.
El vérmix, además de todo eso que bien explica el amigo y colega pecesdigitales, sirve de lubricante para que el criaturo salga.
Saludos a tod@s.
HAY! ESO ME HA DOLIDO!!!!
JEJEEJ!
Pues a ella no parecía dolerle...
Pez Martillo, tiene usted una manera muy personal de plantear algunos temas. Para un estudiante la actividad de asistir al paritorio es bastante traumática, lo fue también para mi, quizá podría describir un panorama similar al que ha relatado.
La realidad de los actores en un paritorio es muy diferente. De entrada la mujer embarzada empieza a pensar en el parto muchas semanas antes de éste,e incluso al final del embarazo lo desea. Por tratarse de un proceso natural las mujeres lo vivimos de forma bastante natural, no le voy a contar que es un placer pero le puedo asegurar que si una se prepara se puede controlar.¿Sabe cuánto tiempo dura el expulsivo?. Las contracciones con respiraciones y relajación se llevan bien.
Sabe lo que me parece más difícil, cuando una mujer es primeriza(primer parto)tienes una cierta inseguridad si serás capaz de vivir el parto sin perder el control.
Con respecto a dilataciones , periné y demás, si le sirve, muchas mujeres manifiestan haber mejorado su sexualidad de forma evidente y sustanciosa después de ser madres, su cuerpo había adquirido para ellas unas dimensiones desconocidas hasta entonces.Le puedo asegurar que esto es cierto.
Cierto y de acuerdo con todo lo que dice usted, Tona. Y también me consta eso de la sexualidad, lo sé de buena tinta.
En cualquier caso, lo escrito es una visión retrospectiva de lo que viví hace mucho tiempo. Seguro que si trabajara en parotirios lo vería muy diferente (igual que vivo, con toda la tranquilidad del mundo, un paro, mientras que alguien no acostumbrado puede perder los papeles).
Saludos.
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