martes, 2 de septiembre de 2008

Derrotas


Ayer por la tarde, paseando, pasaron a mi lado una mujer y su hija. La joven tendría no más de veinte años, pero emanaba una belleza y un poderío fuera de lo normal y en evidente estado de gracia. La madre, la verdad, no le iba muy a la zaga, pero le costaba ya seguir la belleza de su hija, empezando como estaba su cuesta abajo. Mis ojos, tras un rápido examen del conjunto, se centraron en la más joven de las dos. Durante unos breves instantes difruté, con disimulo, de aquella maravilla de la naturaleza (no parecía que tuviera nada postizo). Sin embargo, hubo algo que afeó el momento. La mirada de la madre. Por un brevísimo espacio de tiempo pude ver un destello de rabia, de ira contenida. De entrada pensé que el motivo era yo, que había captado la forma en que estaba mirando a su niña y que no le hacía ninguna gracia. Pero en seguida se abrió paso una segunda opción, y es que había la posibilidad de que ese cabreo fuera contra la hija, que llamaba más la atención de los hombres que ella. A buen seguro que hasta hace bien poco, era la madre la que despertaba admiración y robaba miradas allá donde fuese, y lo seguirá haciendo si va sola. Pero ahora, puesta al lado de su hija, ya no tiene nada que hacer. Y esa es una fuerza centrífuga (ha pasado de ser el centro a la periferia) difícil de ser soportada.

3 comentarios:

PENSADORA dijo...

Lo que hace la edad.

Para mí, una cosa bella es una mujer madura que sabe llevar su madurez. Para ejemplo mi madre, ha sido guapa, guapísima y no se acompleja de sus arrugas, su barriguita (que nunca tuvo hasta hace un par de años) y su celulitis... con 63 tacazos... ¡que más se puede pedir!.

Pero sí, hay mujeres que se sienten amenazadas por sus hijas, incluso hay libros y películas al respecto. Supongo que para una mujer que siempre haya sido hermosa, verse ensombrecida por su propia hija debe ser duro, pero... ¿qué amor de madre es ese?.

Yo sólo tengo el ejemplo de mi madre y bien orgullosa está de sus dos hijas y más bien ve en nosotras una ventaja, la prueba irrefutable de lo que fue ella.

El Pez Martillo dijo...

Es que hay gente que tiene hijos no por los hijos en sí, sino, como digo a veces, para poder luego presumir de ellos (que si el piano, que si el fútbol, que si las notas...). Por otra parte, hay muchas mujeres (demasiadas) que han invertido todos sus esfuerzos en estar guapas, y claro, cuando la cosa empieza a desmejorarse (que es verdad, si una ha sido guapa y sabe envejecer bien, sigue manteniendo su aura) no saben qué hacer consigo mismas y acaban convertidas en esas cosas que se ven en las revistas.

En fin, que hay que saber disfrutar y aprovechar todo lo que nos caiga, incluso la decadencia.

Tona dijo...

Creo que las inferencias que se hacen no están justificadas.

Una mujer de esas caracteristicas puede tener a quien quiera y seguro que está encantada de llevar a una guapisima hija al lado porque seguro que ligara más.