martes, 17 de junio de 2008

Lo vital y la Filosofía.


La entrada de ayer no fue casual. Ando metido en una investigación acerca de las relaciones entre vida y filosofía, y la cita publicada acudió a mi referida por Ortega. Resulta sorprendente cómo todo parece organizarse en torno a un tema cuando uno se interesa por él. Las referencias aparecen por doquier, incluso sin buscarlas, en todo parece resonar una misma melodía.

Conste que no estoy del todo de acuerdo con la cita fichteana. Al menos le introduciría algún matiz. Porque es evidente que toda filosofía esta hecha por un ser viviente, y en cierta medida sí que tiene que ver con la vida. Pero quizás antes tendríamos que concretar un poco eso de la vida. Cuando hablamos de que estamos vivos, estamos mentando algo que va más allá de las meras funciones biológicas. Aunque las ciencias biomédicas han viciado su concepto, no basta con un corazón que late o unos pulmones que respiran. Evidentemente, son la base necesaria, pero no lo único. A bote pronto, diría que vivir es desplegarse, es proyecto (no en el sentido de hacer planes y tener objetivos, sino en el estimológico de lanzarse, de estar arrojado), y en ese avanzar se pone en marcha toda una serie de actividades encaminadas al mantenimiento de su dinámica. La cosa quedaría más clara si en lugar de usar un sustantivo -vida- utilizáramos un verbo -estar viviendo.

Así pues, la Filosofía es un modo de estar viviendo, una actividad más de la vida. Y es realizada por un viviente. Nadie puede negarlo. Y tampoco que, en tanto que viviente, la filosofía cumple una misión dentro de su estar viviendo. Ahora bien, el pensamiento filosófico se aparta del estar viviendo, tiende a otras regiones, despliega sus potencias en otro lado. La relación con los quehaceres vitales es indirecta, o, cuando menos genética (de los avatares vitales a la filosfía y viceversa), pero no parece estar hecha con una intención directa. Lo vital es contingente, puede ser así o no. La filosofía, en cambio, pretende necesidad, que lo que dice sea tal y como lo dice, aunque siempre quede sobre ella una sombra de insatisfacción en este respecto (tal vez por ser un producto de lo viviente). Al hacer filosofía, se está penetrando en otras regiones distintas a las de lo viviente. No hay despliege, ni proyecto en la filosofía. Más bien al contrario, hay una cierta voluntad de fijación, de que todo quede atado y bien atado, inmutable e inamovible.

Como última precisión, apuntar que esto lo creo válido para la filosofía "antigua", para lo que, heideggerianamente, llamaríamos la época de la metafísica (del nihilismo propio). Porque, sobretodo a partir de Heidegger y sus denuncias, surge la posibilidad de hacer una filosofía arrojada, del proyecto, una filosofía viva.

2 comentarios:

PENSADORA dijo...

Vale, casi me queda todo aclarado, esta vez sólo me he rascado la cabeza una vez.

El Pez Martillo dijo...

Si es que cuando me da por explicar...