jueves, 15 de mayo de 2008

Me estoy quitando


En una de esas múltiples vueltas que da la vida, puede ocurrir que uno se prometa ir con más cuidado en las cosas del amor. Que se jure y perjure que no se dejará engatusar otra vez más. Que intente poner una barrera y hacerse el duro. Incluso que se diga eso tan manido de "no volveré a enamorarme". Sí, esas cosas ocurren. Pero no hace falta decir que muy a menudo, esto no son más que síntomas de que las guardias están más bajas que nunca. Y que cuando uno se cree invulnerable y en proceso de superación de todo el dolor acumulado, es cuando más fácil resulta que cualquier princesita nos rompa el corazón (incluso esa de la que pretendíamos desentendernos por enésima vez) de la manera más tonta. Porque a veces la prevención es una manifestación de la vulnerabilidad.

4 comentarios:

Jarttita. dijo...

Ainsssssssssssssss!!!!!!!!!!!!!!!

Johannes A. von Horrach dijo...

Pues le envidio, amigo. A servidor le sucede lo contrario: que tiene unas ganas enormes de enamorarse (la última vez fue hace 3 años), pero no hay manera. Se enamoran ellas de mí, a docenas, como enloquecidas, pero yo no de ellas. No dejan en paz mi manoseado cuerpo, pero mi alma sigue esperando que le llegue su hora. Ains! :-)

PENSADORA dijo...

Aaaaayyyyy!!! que se nos ha enamorau el crío! que majo!
Que es dificilísimo protejerse del amor amigo pez! el cupido este tira a matar.
Yo, parecido a Horrach, hace tieeempooo que no me enamoro, ahora bien no tengo la misma suerte de tener pretendientes a docenas.... los tengo a centenas! jejeje!

El Pez Martillo dijo...

Voy a darles un pequeño tirón de orejas. Ya lo he dicho algunas veces: no quieran leer más de lo que escribo, que no hay más. No me he enamorado (de momento), tan sólo es una idea que me ronda desde hace tiempo, y que se va viendo confirmada por experiencias propias y ajenas.

Y mejor no hablo de mis pretendientas, que podría provocar un ataque de envidia.