domingo, 11 de mayo de 2008

Conducción psicodélica


Conducir cuando las condiciones de la percepción están alteradas es toda una experiencia. Los colores y formas expandidas o reducidas al azar, sin un patrón fijo, y todo se llena de destallos. A veces la vista se emborrona, impidiendo ver cualquier cosa de forma definida. El asfalto no se distingue de lo que no lo es, hasta el punto de que en lugar de deslizarse, parece que que el coche vuela, ya que lo de arriba y lo de abajo es igual y totalmente intercambiable. En estas condiciones, es imposible saber si se va en el carril correcto, ya que entre otras cosas las líneas han desaparecido. Sólo cabe extremar la precaución y encomendarse a los dioses para que lo protejan a uno.

La cuestión auditiva no ayuda a la visual. Se oye un barullo continuo, un ruido de fondo que ni siquiera subiendo el volumen de la música puede ser acallado. El volumen alto así conseguido, si bien insuficiente, le da una dimensión interesante a la situación, añadiéndole capas de densidad sensorial.

Toda la conciencia se centra en seguir adelante, en deducir de toda la maraña perceptiva lo que de verdad está ahí fuera, rellenando huecos y obviando lo absurdo. Se llega así a un estado de hipervigilia en la que uno se adelanta en el asiento, como queriendo proyectarse más allá del parabrisas y del coche mismo. El volante se agarra con fuerza, como si así se pudiera controlar mejor la máquina. Y se logra. Vaya si se logra. Aunque el riesgo siempre está ahí delante, acechando, a la vuelta de la esquina, con lo que la conducción se vuelve más cautelosa (en exceso, diría yo).

No sé, es algo que se ha de vivir, difícil de narrar. A ver cuándo tengo la posibilidad de repetir.

2 comentarios:

Stones dijo...

La única situación parecida fue a la vuelta de unos sanfermines. Yo no se si fue el cansancio, la ingesta de alcohol los días anteriores o que se yo... Sólo se que parecía que no era yo la que conducía. Fue una sensación muy extraña, al día siguiente parecía que no era yo quien había hecho ese viaje, solo tenía vagos recuerdos de un viaje que había hecho la noche de antes

Besos señor pez

El Pez Martillo dijo...

Pues yo sí que me acuerdo perfectamente de todo. Pero tal vez eso se deba a que mi conciencia estaba muy clara (todo lo clara que puede estar a las 4 y pico de la madrugada, claro).

Cuando pasa eso lo mejor es para cy echarse un poco a dormir, ¿no?. Más que nada es porque muchos que han ido así deben haber acabado en algún nicho o esparcidos por el mar.

Un saludo.