viernes, 28 de marzo de 2008

Tragedia y Akelarre


Cuando hoy en día hablamops de tragedia, solemos entender una historia dramática y lacrimógena. Pero no siempre fue así. En la antigua Grecia la Tragedia, que en ningún caso es asimilable al teatro tal y como lo entendemos nosotros, era una manifestación religiosa que se llevaba a cabo mediante representaciones teatrales. Eso en la época clásica.

Nietzsche fue el primero en poner sobre la mesa el asunto de un origen de la Tragedia nada lírico, sino relacionado con los ritos en los que se rendía culto al dios Dioniso. A pesar de la polémica que sus ideas provocó (que le llevaron a ser apartado de la élite filológica), el tiempo le ha dado la razón, y hoy en día nadie cuestiona esta teoría. De hecho, es comunmente aceptado que el término Tragedia debe traducirse, en su origen, como "canto del Macho Cabrío". El Macho Cabrío es una de las representaciones de Dionisos, y el asunto del canto nos pone ante la música y la danza, que eran las actividades principales de las fiestas dionisíacas (además de la ingesta de bebidas alcohólicas). La Tragedia clásica supondría una estilización de esas fiestas primitivas.

Pero algo de aquello antiguo debió de quedar, y al parecer siempre se celebraron auténticas fiestas dionisíacas (o bacanales, en su forma romana) en las que se daba rienda suelta al desenfreno más salvaje. Como es lógico, estas celebraciones tenían un poder altamente subversivo (porque no estaban sometidas a casi ninguna norma y relajaban en exceso las normas emanadas de los poderes sociales), y rápidamente fueron prohibidas, quedando relegadas a lo secreto y a la persecución. La llegada del cristianismo agudizó el asunto, y las reuniones dionisíacas adquirieron tintes demoníacos y oscuros (aunque es evidente, hay que recordar que el Macho Cabrío es la representación del diablo para el cristianismo).

No parece descabellado pensar que esas reuniones de brujas tan perseguidas sean una pervivencia del dionisismo. Y como prueba tenemos la palabra con la que denominamos estas reuniones: akelarre. Proveniente del vasco, no quiere decir otra cosa sino "campo del Macho Cabrío" (y no hay que desdeñar aquí todo lo publicado en torno al origen de los vascos, que tal vez los entronque con las mismas fuentes primitivas en las que bebieron los griegos y que llevaron a ambos pueblos a dar nombres etimológicamente similares a fenómenos parecidos). Si a esto le sumamos que en los akelarres se ingerían pócimas y se realizaban danzas y cantos rituales, y que tradicionalmente sus concelenbrantes eran mujeres (las encargadas de dar culto a Dionisos también lo eran) resulta bastante plausible que la primitiva Tragedia fuera un Akelarre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las tragedias, el teatro en general en Atenas, formaban parte de festividades y ritos órficos. Es decir, había en efecto un deseo de contactar con los dioses, de hablar con ellos. La tragedia que mejor refleja esto es Las Bacantes de Eurípides. Creo que era Nietzsche quien decía que con Eurípides empezó la decadencia, al humanizar tanto a sus personajes, al rebajar su condición de dioses, digamos. Sin embargo, no hay ningún otro drama más dionisiaco, desenfrenado y báquico que estas Bacantes de Eurípides. Puede que precisamente por eso, por ser, de aquellos tres famosos dramaturgos, el que más se acercó al hombre.

A mí Esquilo, el preferido creo de Nietzsche, me gusta poco. La tragedia que más me gusta de todas las escritas entonces es Edipo Rey de Sófocles.