viernes, 27 de julio de 2007

Fatiga


El sufrimiento marca nuestras vidas. Casi se podría decir que el único lugar y momento en el que hemos estados seguros y a gusto es en el útero materno. Todo lo demás es dolor y angustia. El parto es un proceso traumático para el niño y para la madre. Lo peor, el dolor que provoca la luz en el recién nacido, que viene de un lugar oscuro. A partir de entonces vienen enfermedades y dolores varios, tanto a nivel físico como psíquico. Es cierto que también hay buenos momentos, algunos muy buenos. Y que intentamos medir nuestras vidas por las fases agradables. En nuestras vidas estamos en una constante huida del dolor, en búsqueda de una felicidad que en el fondo sabemos que no llegaremos a alcanzar. Vivir es una tragedia. Pero es lo único que tenemos.

Si para nacer hay que sufrir, sucede algo parecido a la hora de morir. Enfermedades que nos debilitan, que nos provocan delirios y dolor. Es lo más habitual. Los más "afortunados" son los que mueren durmiendo, pero son los menos, y francamente, me parece triste no saber que uno muere. Tras la muerte se descansa, o eso se dice, y esto es sintomático de lo que es la vida, una fatiga constante.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece que hablase usted de mi amigo pez, lo digo por lo de la fatiga constante...
Respecto a lo del nacimiento y la muerte me ha recordado una frase que es muy de mi agrado, y dice así: "los inicios siempre dan miedo, los finales siempre son tristes, al final lo único que importa es lo de en medio"
Por otra parte, mírelo usted de esta forma, no nos acordamos de cuando nacemos, y no nos acordaremos de cuando muramos, así que... qué mas da?

El Pez Martillo dijo...

Querida Musa, la fatiga constante de la que habla se arregla con una buena cura de sueño, aunque ya sé que eso ahora es un poco difícil.

Lo de en medio es importante, pero va en función de cómo haya empezado, y el final tiene mucho que ver con lo que haya habido en medio. En cualquier caso, intentemos disfrutar un poco de lo de en medio, a pesar de lo malo que pueda venir. La pena es que, una vez muertos, tampoco nos acordaremos de lo de en medio.