martes, 20 de marzo de 2007

Equilibrios


La historia de la humanidad es el relato de un equilibrista. De toda una colectividad suspendida sobre el vacío, intentando mantener el equilibrio en la delgada cuerda de la existencia, supuestamente tendida entre dos orillas que no vemos. Para ello, se ayuda de la sombrilla de la cultura. Zarandeado por los vientos, extendiendo los brazos para no caer en el abismo que lo sostiene. Por momentos se olvida de su situación, y parece avanzar con más seguridad. Pero otras veces cae en la cuenta de dónde está, y se tambalea. Tiene que quedarse quieto para recuperar el equilibrio amenazado. Con un pie en el aire, intentando no caer.

Hubo un tiempo en que la sensación de seguridad era tal, que se pudo avanzar creyendo que se estaba caminando sobre suelo firme. Pero esos siglos ya pasaron. La sensación es que hace al menos dos siglos que estamos quietos, alternando un pie y el otro para no caer, moviendo los brazos nerviosamente, cada vez más desequilibrados. A punto de caer. El único consuelo que hemos podido inventar es el del progreso. Con él nos creemos impulsados hacia adelante, hacia esa supuesta otra orilla que nos han contado (aunque a veces también tenemos miedo de que nos hayan engañado). Pero a lo mejor el progreso es la inercia de la caída, la fuerza de la gravedad que nos impulsa al encuentro violento con un suelo del que tampoco sabemos su existencia. A veces sería preferible que exista, porque lo peor sería una caída eterna.

5 comentarios:

Jarttita. dijo...

Lo bueno del equilibrio.....es que al final, acabas perdiendolo:).

Un abrazo:).

Johannes A. von Horrach dijo...

Kierkegaard escribió algo así como que la vida es una cuerda sobre la que estamos suspendidos y que nos puede ascabar sirviendo para ahorcarnos...

(Jart, enhorabuena por la entrevista. Suerte)

Johannes A. von Horrach dijo...

Pez, Jart, ya que estamos, herr doktor les va a hacer una confesión: sólo me he sentido 'seguro' en el vientre de mi señora madre (por eso estuve apalancado allí 10 meses, que podrían haber sido muchos más si no entran los Geos) y, por supuesto, en las clases del Tigre. Fuera de esos dos ámbitos, todo abierto en canal.

Anónimo dijo...

Me gusta su idea del equilibrio, amigo pez, aunque la encuentro poco alentadora, no tenemos ninguna esperanza? cree usted que, indefectiblemente, terminaremos cayendo al vacío? espero que, si eso llega a ocurrir al menos ya no estaremos aquí para verlo...
Y si el desequilibrio final está cerca, aprovechemos la vida, que son dos días!

Le espero en 40 minutos...

El Pez Martillo dijo...

Herr Doktor, comprendo lo de que se sintiera seguro en el útero de su madre. A todos nos ha pasado, por eso queremos volver a entrar en todo momento (lo que pasa es que por problemas de tamaño no cabemos del todo, aunque hacemos lo que podemos). Las ctónicas, en tanto que poseedoras de útero, no lo necesitan tan angustiosa y perentoriamente como nosotros. Lo que no acabo de entender bien es que se sienta seguro en las clases del Tigre, ya que en cualquier momento nos pueda largar un zarpazo que nos parta en dos (por cierto, he tenido un sueño esta noche sobre personas abiertas en canal digno de ser psicoanalizado).

Musa, lo que he intentado insinuar no es sólo que acabaremos cayendo, sino que tal vez haga tiempo que hemos perdido el equilibrio y estamos en caída libre. En cualquier caso, todo depende de nosotros y nuestra maestría para sabernos desenvolver sobre el abismo (y me parece que no nos queda otro remedio que desenvolvernos). ¿Desalentador? Tal vez. ¿Pero quién dijo que iba a ser fácil?.

Saludos a todos.