Edgar Allan Poe (1809-1848) es uno de esos personajes en los que cuesta distinguir lo real de lo ficticio, es decir, en los que la vida parece un relato escrito por él (freudianamente, escribía lo que escribía porque vivía lo que vivía). Maestro y casi fundador del género del relato corto y eminente poeta, se encuentra a caballo de los movimientos romántico y simbolista. Sus historias cortas nos hablan de personajes atormentados por visiones nocturnas, obsesionados por amores trágicos o imposibles, demolidos por la enfermedad (física o mental) y abocados a las muertes más dolorosas (y también fascinados por ellas). Algunos de sus cuentos son hitos en la literatura universal, como por ejemplo Los crímenes de la calle Morgue, que fundó el género policíaco (precursor de Sherlock Holmes, Agatha Christie o del televisivo CSI). Incluso llegó a publicar algún ensayo, en el que aportaba su propia teoría acerca de la creación artística y la poesía.
Su vida transcurrió entre desavenencias familiares, problemas editoriales y económicos, alcohol y opiáceos. Se puede decir que fue una espiral hacia el abismo. Cada vez que conseguí algún éxito (y tuvo unos cuantos), lo tiraba todo por la borda. Era hipersensible al alcohol, y una simple copa le hacía perder el control, minando su vida imagen ante los demás, que de cada vez más le fueron dejando de lado, a merced de su mente atormentada y las imágenes aterradoras que generaba, y que volcaba en sus historias. Su muerte fue algo acorde con su vida. Se lo encontraron tirado en la calle, agonizando, vestido como un pordiosero. Luego estuvo unos cuantos días en el hospital, en medio de una terrible agonía poblada de visiones terroríficas. No esta clara la causa, aunque se dice que tuvo que ver con las elecciones que se estaban celebrando. Y es que existía la costumbre de que se cogiera a los mendigos y se los pagara (o se les deba bebida) por votar a uno o a otro candidato. Se supone que a Poe lo pillaron borracho, lo malvistieron para que pareciera más pobre, lo mandaron a votar y luego le dieron una paliza. De todos modos son conjeturas, y hay muchos estudiosos que se han dedicado a investigar sobre el asunto y a lanzar múltiples teorías.
En cualquier caso, es altamente recomendable, tanto su biografía como sus obras, las poéticas (enorme El Cuervo), las historias cortas, su única novela (Narración de Arthur Gordon Pym) o la ensayística. En especial los cuentos cortos, que representan la mayor parte de su obra. Están publicados en un doble volumen por Alianza, traducidos por Julio Cortázar (sin duda la mejor traducción). Y si no, se puede acceder a las adaptaciones cinematográficas (adaptaciones muy libres, a decir verdad) que se han hecho de sus obras (ahora mismo me viene a la memoria El pozo y el péndulo), la mayoría protagonizadas por el gran Vincent Price, y que a pesar de no respetar mucho el texto original, mantienen la atmósfera agobiante, tétrica y obsesiva que tan bien nos supo transmitir Poe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario