domingo, 4 de marzo de 2007
Eclipse
Anoche hubo un eclipse total de luna. Uno de esos únicos, de los que nos dicen que no se repetirán hasta dentro de bastantes años (la verdad es que ya he vivido unos cuantos de estos eclipses "únicos"). Me pilló trabajando. Pero tenía acceso a una ventana a través de la cual pude ir de tanto en tanto echando una ojeada a cómo nuestra sombra iba cubriendo el satélite. La vista fue preciosa. Un hospital de nueve plantas, y un poco por encima, una inmensa luna llena. A un lado, la montaña, cubierta de pinar, y sobre ella, el Castillo de Bellver. Se podía ver un poco de mar, y los aviones que entraban y salían a la isla. La noche, ideal, despejada y nada fría (incluso diría que un pelín cálida). Menos lo del hospital, todo muy bucólico.
La ciencia nos ha enseñdo que un eclipse es algo banal y sin importancia, que se da con relativa frecuencia y que es perfectamente explicable. Ya no se producen las conmociones de antaño. Pero algo deben tener estos fenómenos para que mucha gente que no suele hacerlo, gire la cabeza hacia el cielo y se entretenga en contemplarlos. Para que los planetarios organicen actividades y que en medio de un partido de fútbol en el que se estaba jugando el liderato de la liga pusieran alguna imagen del desarrollo del acontecimiento. Algo debe de haber en el eclipse. O en nosotros. Tal vez aún no hayamos abandonado del todo el pensmaiento mágico. Tal vez nunca podamos deshacernos de él. La cuestión es que, eclipsado como ando en los últimos tiempos, no pude dejar de emocionarme al ver una simple sombra pasar por delante de nuestra luna. Y me costó reprimir el impulso de pedir un deseo.
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11 comentarios:
Es curioso........yo también pensé lo del deseo.........
Igual hasta deseamos lo mismo...
jajaja, quién sabe...
"Y hago colas sin parar
en la puerta de algún bar
yo tó borracho consumo las horas
mientras encuentro alguna luna que ande sola.
¡Que yo me acuerdo entodavía cuando te besaba!
¡La cago, vuelvo a tiritar!
¡Que no, que ha sido un momentito sólo de bajada!
¡Que aquí no pasa nada!"
(Extremoduro, Buscando una luna. No sé por qué, me parecía que pegaba).
(Si pudiera, le pediría mi deseo a la luna para vosotros).
Pues al doctor H el dichoso eclipse le pilló (no me hagan explicar cómo llegué a parar allí, que ni me acuerdo) en una especie de comuna hippie frente a la iglesia de la Mercè (creo que por ahí vive el Tigre). Nunca había visto una reunión tan numerosa (e internacional) de frikis, drogotas y chapetaos, tocando marimbas, gritando (se suponía que cantaban), hablando con un perro de color blanco (perro pulgoso por cierto), etc. En fin, si el tío Travis levantara la cabeza...
Seguro que fue alguna ctónica la que le llevó allí. O eso o por sentir la proximidad de los efluvios de sabiduría que nuestro Tigre emana. Por cierto. Conozco a una vecina del Tigre.
Pues no señor, no fue una ctónica, ¡sino dos! las que me llevaron al antro hippiesco de la Mercè (es lo que tiene ser el Cluni mallorquín, que las ctónicas te llevan en volandas). Pero el Tigre no tuvo nada que ver; fue sólo después, emporrado hasta las cejas, que me acordé de que vivía por ahí, aunque no sé exactamente donde.
Ahh, ¿y eso de la vecina del Tigre? Si cree escasamente conveniente decir nada por aquí, ya conoce mi mail.
Vaya vaya con el doctor H. Y parecía tan serio y formal cuando lo conocí... Debía parecer usted un pulpo sobre un almendro, la verdad es que no me lo imagino en un antro hippioso (no sabía que por esa zona hubiera uno). Pero bueno, todo sea por las ctónicas.
Lo de la vecina no es nada comprometedor ni inconvenciente. Sólo es una compañera de trabajo que es vecina suya. Nada más y nada menos.
Saludos.
Yo pude verlo unas cuantas horas después en Cuba, al otro lado del océano, y fue realmente bonito...Como tú dices, la ciencia le quita importancia, es algo explicable y sin ningún misterio, pero nunca podrán evitar que nos sigamos sorprendiendo y maravillando...
Cvalda de vuelta!
Bienvenida. Espero que haya ido todo bien por el Caribe.
Pez,
más raro se me hacía a mí estar con esa peña. Una de las dos ctónicas que me llevó allí (por cierto, ambas son judías) me dijo: "así aprendes algo en un ambiente que no es el tuyo" ("¿cuál es mi ambiente?", pensé sin saber responderme). Pero la verdad es que aprender tampoco aprendí demasiado, sólo a decir estupideces pseudomísticas embobados mirando a la puñetera luna. Antes que torturar mis vértebras mirando hacia arriba, yo andaba más entretenido mirando hacia abajo, se aprende más con la realidad ctónica que con la celeste, jajajaj.
shalom!
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