miércoles, 31 de enero de 2007

Raedura


Hay en nuestra cultura occidental (y en la oriental también) una tendencia que se ha venido desarrollando desde muy al principio. Se trata de la de distinguir entre cuerpo y alma. Esta distinción se ha expresado en numerosas formas, pero el núcleo central ha permanecido invariable. La idea es que hay en nosotros una separación, un corte entre nuestras "funciones superiores" y el cuerpo. Esta visión se profundizó y adquirió rango superior con Platón y luego con el cristianismo, pero desde antiguo venía hablándose de ello. Por ejemplo, sin salirnos de la antigua Grecia, en la Ilíada, al morir, a los guerreros se les escapa el aliento vital, el pneuma, lo que nosotros llamaríamos alma. Pero si acudimos a períodos más antiguos y a otras culturas, nos encontramos con formulaciones similares (el caso egipcio es paradigmático). El lenguaje también nos lo hace entender así, puesto que hablamos del cuerpo como de una posesión, como mi cuerpo, como si fuera algo que pertenece a otro algo (al alma, que constituiría el auténtico Yo).

El corte no se da entre dos entidades más o menos equivalentes, sino que una puede prescindir de la otra. Es muy común también que el alma sobreviva al cuerpo, que muere. Tal vez sólo sea una expresión desiderativa del instinto de supervivencia, que cuela así un imperativo corporal en todas nuestras realizaciones superiores (cultura, religión, arte...). Tal vez sea real lo del alma inmortal (o más longeva que el cuerpo). Eso es lo de menos. Lo que me importa, y lo que quiero expresar aquí, es la idea del corte, de la escisión y del abismo que existe entre estas dos realidades (más allá de que sean verdad o no, lo importante es que así lo creemos desde hace siglos).

La ciencia, tan apegada a lo objetivo (que haya algo objetivo presupone un sujeto enfrentado a ello, otra vez aparece la escisión) ha recogido y perpetuado la división, y ha hablado de mente y cuerpo, llegando a plantear enfermedades distintas para una y para el otro (enfermedades que poco tiene que ver entre sí, al menos teóricamente).

Lo que quiero mostrar es la naturaleza escindida del ser humano. Vivimos en la ruptura, en la raedura del ser, somos la raedura misma. Por eso tendemos a situarnos partidos, con un pie aquí y otro allá, perteneciendo a la vez a "mundos" distintos. Cuerpo y Alma, Libertad y Necesidad, Ser y Ente, Sujeto y Objeto...

5 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Amigo Pez, ¿pertenece este texto a sus investigaciones encaminadas a la tesis? Interesante.

Una única precisión: la diferencia que existe entre Ser y ente es de naturaleza distinta a las otras que cita; las otras son diferencias articuladas sobre la oposición, pero no sucede así con lo que Heidegger llama "la diferencia ontológica". Por ejemplo, el sujeto necesita al objeto para existir, y en este esquema cada elemento de la dualidad es recíproco, pero el Ser no necesita al ente de ninguna manera.
Saludos.

Anónimo dijo...

Es un texto muy interesante, amigo Pez, y veo que en los alumnos de Vermal se nota la mano del maestro... y tengo una pregunta: ¿qué entiendes exactamente por "raedura"? Porque está claro que la palabra no es sinónimo de "ruptura", y pones ambas en una enumeración paralela, como si fueran sinónimas... y por el contexto, no me termina de cuadrar... supongo que le estás queriendo dar, justamente por ese no cuadrar, un sentido preciso, técnico al término. La cosa tiene potencial porque,precisamente, en este contexto suele hablarse, con lenguaje más o menos heideggeriano, de corte,abismo, escisión,ruptura... y menos de raspadura, resto, desgaste, limadura o raedura, con lo que hay campo para pensar la cosa. Así que te invito a que nos cuentes algo más sobre esto. ¡Excelsior!

El Pez Martillo dijo...

¿Porqué siempre me alaban los textos con los que menos satisfecho me siento yo? Tal vez sea el esfuerzo de parir estas cosas lo que me no me deje a gusto con estas ideas, o sencillamente es que las escribo de forma casi automática. Esta entrada, por ejemplo, surgió sin más, no tenía tema para escirbir, pero me obligué a escribir algo, y salió esto. A lo mejor la falta de reflexión previa le da cierta frescura al texto (y también un cieto estilo esotérico).

Horrach, acepto la precisión. La oposición ser-ente no es tal, puesto que entre ambos media un abismo, no se sitúan en el mismo plano, y por lo tanto no hay oposición posible.

Dianoia, le contesto en la siguiente entrada.

Saludos.

Anónimo dijo...

Creo, perdon, estoy seguro que es una entrada mas que interesante,pero desafortunadamente no atinas a lo que realmente es una raedura.
Una raedura en nuestro nemesis, nosotros no buscamos alimentarnos del desangramiento del alma al ser disgregada, solo la union esencial ya existente en el universo al que pertenecemos, y quizas deberias animarte a pensarla en algo fisico, substancial, casi como nuestro ser, espero asimiles esto, ya que te elevara un nivel amigo.

El Pez Martillo dijo...

Estimad@ anónim@, no quiero ser muy brusco, pero me parece que quien no ha atinado a comprender eres tú, puesto que en ningún momento hablé del alma ni de su supuesta naturaleza no física ni nada de eso. Lo del alma-cuerpo y demás solo era un ejemplo de cómo, de un modo u otro, aparece esa escisión de la que somos partícipes (es más, que nosotros mismos somos). La entrada era sólo un ejercicio de Metafísica, así que nociones como lo físico o el universo no tienen demasiada cabida (o la tienen de un modo muy especial).

Espero no haberme pasado, y te animo a seguir comentando, que aunque no siempre lo parezca, los comentarios son bien recibidos.