miércoles, 3 de enero de 2007

Olvidos


Hay cosas que se nos olvidan con demasiada facilidad. Y debemos estar recordándonoslas de continuo. Eternamente debemos retornar a su recuerdo. Y aún así consiguen escapar. Sobretodo cuando tenemos objetivos que cumplir. No se nos debe olvidar lo que hacemos, pero el olvido ocurre.
¿Para qué trabajamos los sanitarios? (los médicos más que nadie). Yo diría que para luchar contra la enfermedad. Unos para curarla y otros para cuidar a los enfermos mientras los otros les curan (el cuidado muy a menudo es una parte esencial en la curación, por lo que las intersecciones entre ambos son frecuentes). Dejemos a los que nos dedicamos a cuidar enfermos (para nosotros la enfermedad es una realidad entre la que nos movemos, aunque a menudo nos veamos contaminados por actitudes ajenas a lo que es nuestra labor). Los médicos intentan curar, y para ello deben diagnosticar de forma adecuada las enfermedades y así poder tratarlas como corresponde. Bien. La teoría es preciosa. Pero a veces se les (nos) olvida. Y quieren luchar contra lo que no siempre pueden.

La muerte es el resultado extremo de la enfermedad. Y en algunas ocasiones parece que evitando la muerte se ha ganado una batalla a la enfermedad, cuando lo que en realidad se ha hecho es enquistar más la situación, empeorarla. Si hay cura posible y no se debiera morir de una determinada manera, adelante, hagamos todo lo posible porque esa persona no muera. Pero muchas veces nos ensañamos en aplicar técnicas y remedios a alguien que no tiene salida posible, que si no muere hoy, morirá dentro de tres días, o que le va a poner peor o le va a añadir problemas a su enfermedad (problemas a menudo irresolubles, incapacitantes o aniquiladores).

Sí, vale, a un paciente le han quitado el tumor cerebral y le han curado el cáncer. Perfecto, un éxito para los neurocirujanos. Pero ha quedado vegetal, dependiendo de un respirador y de un equio sanitario. Fue peor el remedio que la enfermedad. Aunque reconozco que las complicaciones no son previsibles y nadie actúa para dejar a nadie en ese estado. Pero cuando se llega a estos extremos hay que plantearse parar. Y son pocos los médicos que saben parar.

No hablo de eutanasia, eso es algo que en último término depende del paciente y no del médico. Hablo de saber parar cuando las medidas médicas ya no tienen ningún sentido.

Se lo dije ayer a una doctora: " Se os olvida que vuestro trabajo es luchar contra la enfermedad, no contra la muerte".

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, del mismo modo que a los médicos se les olvida "luchar" contra la enfermedad (a veces parece que se lucha contra los síntomas y la enfermedad sigue su curso) a las enfermeras se nos olvida muy fácilmente que tenemos que CUIDAR a los pacientes. En cambio, nos perdemos en datos médicos, historias médicas, protocolos médicos... sin detenernos a pensar que el dar un abrazo o una sonrisa, es mucho más terapéutico a nivel de enfermería que no tomar constantes...

Anónimo dijo...

Yo en esto no me meto... no me atrevo, vamos... mejor no hablar si no eres de la profesión o tienes el tema bien estudiado, que la cosa es compleja y la ignorancia demasiado valiente. Pero lo que decís ambos me parece, visto desde fuera, bastante razonable... En todo caso, supongo -supongo, corregidme si no es así- que lo realmente difícil debe ser es saber cómo actuar delante de cada caso, que cada paciente, cada cuadro será un mundo en sí mismo. Ahora, eso sí, unas reglas básicas, una heurística a aplicar de modo más o menos general sí que debe andar por ahí... Y que la rutina no anquilose...

Anónimo dijo...

Por cierto... éste es el resultado del programa de protección de testigos. No me he reconocido ni yo misma.

Anónimo dijo...

Muy buena observación. Desde luego hay que saber cuándo abrazar y cuándo reñir. Como tú buen dices es cuestión de tener 4 reglas básicas, o, en nuestro caso, el infame Proceso de Atención de Enfermería, para que la práctica de cualquier profesional sea exquisita. El problema lo encuentras cuando en tu profesión estas reglas no están claras o no se quieren o no se saben aplicar. Nadie dice que sea fácil cuidar, pero lo que sí es fácil es perderse por los Cerros de Úbeda con "chorradas" que nada tienen que ver con la profesión y de las que tan aficionadas se han hecho algunas enfermeras.

El Pez Martillo dijo...

Como muy bien dices, Dani, en enfermería nos perdemos mucho por los cerros de Úbeda, y nos miramos mucho en otros espejos que no son precisamente el nuestro. Tengo en mente algunas cosas sobre la enfermería que espero plasmar alguno de estos días en alguna entrada (manténgase a la escucha, no cambie de canal). Soy consciente de que me dedico a exponer algunas visiones que tengo sobre algunos temas médicos, dejando de lado lo que me es más propio y con lo que me debería de meter más (que es todo lo relativo a la enfermería).

Por lo demás, está claro que necesitamos alguna clase de criterios para poder aplicar unos buenos cuidados que no sean demasiado arbitrarios y que dependan de la mentalidad de cada uno. Nos hemos de guiar por el sujeto-objeto de nuestros cuidados, la experiencia y un cierto consenso con "la profesión" (llámese Proceso de Atención de Enfermería, protocolos o lo que sea).En cualquier caso, tenemos nuestra perspectiva en todo este tinglado sanitario, y no la hemos de perder de vista.