martes, 9 de enero de 2007

Ilíada


Lectura obligada. Uno de los textos fundamentales para la historia de Occidente, aunténtico libro de texto para la educación clásica griega. Fuente de imágenes y nombres que forman parte de nuestra memoria colectiva. Troya, Aquiles, Helena, Paris, Ayax, Ulises, Héctor, Néstor, Agamenón, Menelao. Toda una recopilación de mitos, dioses e hisorias que están en la base misma de nuestra civilización.

No quiero destripar el argumento (aunque todo el mundo sabe que trata sobre la guerra de Troya, pocos son los que conocen lo que ocurre en el libro), aunque sí que diré una cosa: que nadie espere leer sobre el caballo de madera, porque es un tema de la Odisea (libro hermano de la Ilíada). Sólo recomiendo desde aquí su lectura (ya es la segunda vez en poco tiempo que lo hago) y destaco dos cosas del texto. La primera de ellas es el carácter de los dioses homéricos. Se trata de dioses humanos, demasiado humanos. Se diría que fueron hechos a imagen y semejanza del hombre. Hay en las historias sobre los dioses todo un catálogo de pasiones humanas (celos, envidia, amor materno, venganza...) que no se ve con la misma facilidad en los relatos acerca de los héroes que luchan en el campo de batalla (que son más bien auténticas máquinas de matar, preocupados por el honor y el botín de guerra que pueden conseguir, lo cual constituye el ideal aristocrático arcaico). Cuesta a alguien de base monoteísta comprender todo lo que encierra el panteón de dioses griegos. Pero es muy llamativo ver cómo los dioses se inmiscuyen en los asuntos humanos, toman partido a favor de unos u otros contendientes, descienden a la batalla (incluso salen heridos), y llega un punto en el que se enfrentan entre ellos en tremenda lucha (la famosa teomaquia). Son inmortales y poderosos, sí, pero tienen alma humana.


La otra cosa que quiero destacar es la crudeza de algunas escenas. En las partes en las que se nos habla de la batalla, abundan los relatos sobre daños y muertes. Y las descripciones son precisas, sin cortarse un pelo a la hora de decirnos cómo mana la sangre o por dónde entran y por dónde salen las flechas y lanzas. Litros y litros de sangre son derramados a lo largo del libro, y las muertes abundan. Se puede hablar de carnicería. De una de las mayores carnicerías de la literatura. Pero una carnicería sublime.


Una advertencia: hay momentos pesados, tediosos, y el estilo, en verso, no es el más fluido a la hora de leer. Pero el esfuerzo que se ha de hacer para acceder al texto vale la pena.


Otra advertencia: que nadie se escaquee de leer la Ilíada acudiendo a cierta película más o menos reciente supuestamente basada en ella, puesto que es un fraude (para empezar, no sale ningún dios). No hay nada como remitirse a los textos originarios. Que no os lo cuente otra persona que no sea Homero.


Nota bibliográfica:

Ilíada. Traducida por Emilio Crespo y publicada por la editorial Gredos. Hay otras traducciones, pero la "académica", la que se supone que es la buena es esta.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

(A ver si ahora puedo comentar, que blogger lleva toda la tarde haciendo cosas raras y antes me ha borrado el comentario que había escrito...)

Pues sí, amigo Pez, creo que ya había coincidido contigo en valorar positivamente este gran clásico. Y me das una excusa para mencionar que el personaje de mi avatar, mi adorada Wonder Woman, bebe en su origen de la rica mitología griega, incluyendo, cómo no, la homérica. Es, de hecho, una amazona, hija -adoptiva en la versión más moderna- de Hipólita, su reina. Sus dones le vienen entregados por algunos dioses griegos, siendo ni más ni menos que la campeona de Atenea, la de ojos glaucos, que es su patrona. Obviamente no se lleva muy bien con Ares... El personaje ha tenido etapas en las que el trasfondo griego ha sido especialmente sobresaliente, incluyendo, además de los elementos mitológicos, también artísticos, arquitectónicos, de vestuario y atrezzo... La misteriosa expresión "Sufriente Safo" es una especie de interjección recurrente en ella. Y por cierto, se llama Diana...

Anónimo dijo...

Y por cierto: no consigo ver tu página con el Explorer. Sólo me muestra un fragmento de la parte de arriba, pero no se puede descender. Lo digo por si a alguien más le pasa o es un problema de mi explorador...

El Pez Martillo dijo...

A mi me ha pasado esta tarde desde la UIB. Es que el Internet Explorer es una bazofia. Yo uso el Firefox con Linux como sistema operativo y cap problema.

Muy interesante la Wonder Woman. ¿Tiene novio?.

Anónimo dijo...

Nop, je je. Por cierto, que he actualizado al Explorer 7, y lo que me ha costado,que no había manera de instalarlo desde la página oficial de Windows. Lo he podido hacer al final... desde la página de Softonic. Patético. Y por lo poco que he probado de la nueva versión, vale, que sigo con mi Firefox, que va una monada.

Johannes A. von Horrach dijo...

Dianoia, a mí me pasa lo mismo con el explorer, que sólo se veía la imagen troyana seleccionada por Pez. He temido que sus costumbres autoblogdestructivas hubieran alcanzado al señor Martillo.

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo en la importancia de la Iliada. Estoy en pleno resurgimiento de mi pasión por la mitología griega, y se agradece ver de vez en cuando que la gente continúa dándole importancia a las cosas importantes (jejeje, repitiendo, sí). Sólo una cosita, respecto a la peli: hay que verla con mucho, muchísimo cuidado, y con benevolencia. Le pega muchas patadas a la historia, sí (¿qué hace Aquiles en el caballo? ¿Menelao muere por Héctor? ¿Que Eneas es un mindundi desconocido en Troya?), pero hace una buena recreación de la época. Es de esas pelis que es mejor quedarse con lo bueno solamente, ¡nos lo pone fácil!
Enhoragüena por el Blog
Álvaro

El Pez Martillo dijo...

Hola, Álvaro, bienvenido al blog y gracias por el comentario.

La Ilíada es un texto fundamental (en el sentido etimológico, es decir, que pone un fundamento) para Occidente, y es el principio de nuestra literatura. Y lo mejor de todo es que a pesar de tener veintipico siglos sigue resultando estimulante y enriquecedor. Habrá que ver cuántos libros de los que ahora tienen tanto bombo y platillo se siguen leyendo dentro de 2500 años.

Un saludo.