sábado, 4 de julio de 2015

La promesa de cada Julio

Detesto el verano. Ya lo saben los fieles lectores y quienes me conocen. El calor, la humedad ambientales, y la pesadez de la gente en la calle creyéndose feliz por estar de vacaciones e ir con menos ropa. Si algo me lo hace más llevadero es la promesa del Tour, que todos los meses de Julio me aligeran y entretienen. Diría incluso que me refrescan, como si por ensalmo la temperatura de la alta montaña o el aire que mueve el pelotón a su paso se transmitieran al salón a través del televisor. 

Además, este año pinta bien el Tour, con cuatro aspirantes claros al triunfo (Nibali, Froome, Quintana y Contador), de los que dan espectáculo y no contemporizan tanto como otros del pasado (el infame Armstrong). Espero que sea una continuación del Giro, que he disfrutado como hacía tiempo que no disfrutaba una carrera ciclista, en el que incluso las etapas a priori aburridas fueron trepidantes. También la última Vuelta estuvo muy bien, así que espero que este Tour que empieza esté a la altura de lo que su nombre significa: épica y espectáculo. 

No me gustaría llegar a París decepcionado. 

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