La modernidad vive instalada en el desequilibrio. Se busca la novedad, la aventura, lo que desborde. En muchos casos se ha convertido en una compulsión. Es imposible estar cómodo, porque es visto como un estado de quietud y aburrimiento. Y el aburrimiento es el gran demonio. Todo ha de ser excitante y divertido.
Hay algo patológico en ello. Sin embargo, la posición contraria, la de los que buscamos la tranquilidad, que nos aferramos a una rutina y nos trastornamos por cualquier cosa que la amenace, no lo es menos.
Al final, el equilibrio sólo se puede lograr transitando de un lado a otro, yendo y viniendo.
2 comentarios:
“La única cosa que nos consuela de nuestras miserias es el divertimiento, y, sin embargo, es la más grande de nuestras miserias. Porque es lo que nos impide principalmente pensar en nosotros, y lo que nos hace perdernos insensiblemente. Sin ello nos veríamos aburridos, y este aburrimiento nos impulsaría a buscar un medio más sólido de salir de él. Pero el divertimiento nos divierte y nos hace llegar insensiblemente a la muerte (...). Toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa: el no saber quedarse tranquilos en una habitación” (Blaise Pascal).
Cuánta razón la del Sr. Pascal!
Esto me recuerda a un amigo que tengo. Es de esas personas que tiene los fines de semana preparados con un mes de antelación, siempre tiene algo que hacer. Hace deporte, baila, sale de marcha, toca el tambor, juega al rugbi y trabaja doce horas al día. Tan apenas duerme porque tiene "un problema de insomnio". Yo siempre pienso, ¿acaso no será que se tiene miedo? ¿podría soportar un día entero solo en casa?...
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