Ansiamos seguridad. En resumidas cuentas, la cultura es un seguro. Pero éste nunca es infalible, y cuanto más seguro lo creamos, tanto más riesgo acarrea. Porque el que se siente seguro se confía. Y con la confianza, se corren riesgos. Riesgos que, al estar tan seguros, no se ven. Al final, la bofetada es más grande.
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