Nunca he entendido que los candidatos en unas elecciones se muestren tan sonrientes y eufóricos. Comprendo que hay que transmitir seguridad y confianza al electorado, pero no creo que la tarea de gobernar sea como para lanzar cohetes. Es, o debería ser, más bien un sacrificio. Sereno, pero sacrificio al fin y al cabo. Y ahora mismo la cosa está para pocas sonrisas.
Tengo una amiga que dice que no se fía de los candidatos que en las fotos de campaña enseñan los dientes al sonreír. A veces te da la impresión de qué no sabes qué es lo que les provoca la sonrisa: puede que no sea el simple gobernar en sí. Al menos eso a mí me tendría más bien acongojado.
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