Cuando llegan estas fechas, los medios se convierten en una suerte de libro de autoayuda. Consejos para evitar el síndrome postvacacional, consejos para que a los niños no les siente mal la vuelta al cole, recordatorios varios (que si hay más depresiones y más divorcios tras las vacaciones...). Todo muy paternalista, muy en la dirección de evitarnos "traumas", como si poniendo en marcha una serie de medidas, no fuéramos a caer en esas depresiones. Pero uno tiende a creer que, cuando se dan, se trata de un síntoma de algo más profundo, de que algo no va bien en la rutina rota por el período vacacional, y por eso cuesta volver (más allá de la normal pereza/cansancio de los primeros días de madrugón y de jornada laboral/escolar).
Sea como fuere, este tipo de cosas son esas que echas por la puerta y se cuelan de nuevo por la ventana, así que habría que ver qué nuevos traumas estamos conjurando al exorcizar los viejos. El tiempo (y los medios) nos lo dirá.
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