lunes, 26 de septiembre de 2011

De mercados y mercaderes

Creo que hemos llegado a un punto en el que el mercado no nos deja ver a los mercaderes. Se habla del mercado como una entidad autónoma, como si tuviera voluntad propia y una racionalidad. Pero al fin y al cabo, el mercado surge de la actividad de los mercaderes. En teoría, persiguen el beneficio y de la suma de esos intereses surge la actividad mercantil, que se mueve espontáneamente. Pero habría qué ver qué beneficios se persiguen (a medio, corto, o largo plazo, o si son puramente económicos o influyen otras variables que sumadas a lo económico son muy apetecibles). Porque se podría pensar que en lugar de simplemente invertir y recoger beneficios (que es lo que, inocente y acríticamente algunos quieren creer), no se persiga provocar reacciones y alterar situaciones.

El mercado está compuesto de agentes humanos, y los humanos tenemos muy diversos intereses. Al menos de forma espontánea. Pero si nos ponemos de acuerdo en algo (más allá de satisfacer nuestros intereses propios, poniendo algún objetivo que los trascienda) y tenemos al alcance una herramienta de poder, podemos llegar a ser muy peligrosos. Y máxime cuando a ese poder no se le opone ningún otro poder. Entonces arrasamos.

Pues eso, que los mercados no nos dejan ver los mercaderes.

9 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Pero cuando se habla de los mercaderes del Mercado muchas veces se realizan proyecciones discutibles, adjudicándoles una especie de plan mundial para acabar con la clase media. Cuando precisamente los mercaderes no tendrán ningún futuro sin clase media, a la que necesitan numerosa y potente, porque son sus clientes.

PENSADORA dijo...

Como los árboles que no nos dejan ver el bosque... sólo es cuestión de alejarse un poco.

El Pez Martillo dijo...

Tampoco es que sean unos malvados de película de serie B (en plan "quiero dominar el mundo"), eso sería una simplificación absurda (aunque es cierto que muchos la hacen). Pero me da que, algunos de ellos, o al menos los que mueven más dinero (y por tanto influyen más con sus movimientos), están muy ideologizados y todo lo que no cuadre con su esquema de como han de ser las cosas, simplemente le dan de lado, con algunas "consecuencias no deseadas".

La clase media les interesa, pero a lo mejor quieren una clase media surgida de otro modo y con otras premisas. Total, hay países de esos emergentes con una clase media creciente y potencialmente muy voluminosa (China, India...), y a lo mejor la europea ya no les interesa tanto.

Eso si no se tiene en cuenta que a veces los mercaderes son ordenadores que están programados para vender o comprar según la evolución de los mercados (con lo cual, sí, hay el interés del que lo ha programado detrás, pero la decisión del momento es automática y no toma en cuenta consecuencias, no es como los humanos, que no actuamos bajo un único interés, siempre hay varios combinados).

Y sí, a lo mejor hay que alejarse un poco, pero es complicado cuando todo el mundo ha acudido, directamente o indirectamente, al mercado y acaba dependiendo de sus fluctuaciones.

Saludos.

Johannes A. von Horrach dijo...

Lo que me mosquea en estos casos es, siempre, el maniqueísmo: que se demonice absolutamente al Mercado, sin matiz alguno, para después angelizar al sistema público, como si este sistema en los países PIGS no hubiera incurrido en conductas impresentables como las de Lehman Brothers y compañía. Si los PIGS hubieran sido más 'protestantes' (Noruega, Dinamarca, Finldandia, Alemania), la Crisis actual no sería tan severa, pero si la culpa se le endosa al completo al Mercado nos olvidamos de que Grecia falseó todas sus cuentas para entrar en la UE, que España e Italia han gastado infinitamente más de lo que ingresaban, etc. Las culpas, o más bien responsabilidades, están muy repartidas.

Andreu dijo...

Aunque no estén de más los reparos frente a la salida fácil del maniqueísmo, la cuestión aquí no creo que sea ésta. Es más, se puede argumentar que los gobiernos no son esos supuestos agentes subyugados por el poder del mercado, sino que forman parte del mismo poder. Y qué remedio, cuando el sustento de las balanzas de pago de los estados dependen de las operaciones de capital financiero (no tengo el dato a mano, porque lo leí en un libro de José Manuel Naredo del año 2006, pero creo que suponía un importante porcentaje en los primeros años de este siglo; en cualquier caso, la tendencia era creciente).

El siglo XX ha dejado bien patente los peligros de la deriva totalitaria del Estado. Pero estos peligros no son estrictamente "estatales", sino que tienen que ver de manera esencial con la cuestión del poder. Y esta cuestión se juega, indistintamente, en el plano público y en el privado. De hecho, ambos polos son definidos por el poder.

El problema es precisamente el diferencial de poder que se está poniendo de manifiesto, porque las causas de esta crisis, causas relativas a prácticas privadas desreguladas (con la connivencia de algunos gobiernos), han sido convenientemente suprimidas de la agenda pública, redirigiendo dicha agenda hacia una redefinición de lo público.

Johannes A. von Horrach dijo...

Hola Andreu. Imagino que eres 'nuestro' Andreu.

Precisamente la 'redefinición' de lo público ha sido la consecuencia de una especie de test para las Administraciones que ha ocasionado la génesis de la Crisis en el sistema financiero. Los Estados que, manteniendo su sistema de Bienestar, no se han separado demasiado de reglas de funcionamiento 'protestantes', han superado de forma satisfactoria el test. Los otros, incluidos los famosos PIGS, se han regido por reglas muy diferentes (sus riquezas fueron causadas por 'atajos' como la burbuja inmobiliaria o los malabarismos fiscales irlandeses), y sin ayuda exterior no podrán salir adelante en condiciones. Es cierto que no deberíamos perder de vista que los mecanismos que permitieron el crack financiero de la Crisis deben corregirse (me hace gracia lo rusonianos que son los neocons con la matraca de que 'el mercado se autorregula' y no necesita controles, angelizando a los responsables del mismo. Cómo se parecen en esto a sus enemigos del we are the people we are the world), pero eso no puede servir para apuntalar la idea de que el sistema público no debe 'redefinirse' de alguna manera (y cuando digo esto pienso sobre todo en España y Baleares).

Andreu dijo...

Sí, soy "vuestro" Andreu; me honra el posesivo.

Cuando me refiero a la redefinición de lo público, no pienso en el "saneamiento" de las cuentas, o en la disolución de empresas "públicas" innecesarias, o en el rigor de los nombramientos y del reparto de cargos, o en el aumento de transparencia en el funcionamiento de las cajas de ahorro (de las cuales se exigía una mayor transparencia y una mayor independencia del poder político, cosa que podría haberse conseguido sin convertirlas, indirectamente pero de manera efectiva, en bancos). Todo esto, ciertamente, debe revisarse y corregirse, no sólo ahora, sino que debería ser algo exigible en cualquier época.

La redefinición de lo público la veo en el previsible desmantelamiento o adelgazamiento de sectores que cubren derechos generales, para su eventual reapropiación por parte de agentes privados y la consecuente sumisión de la prestación de dichos derechos a intereses particulares. También la encuentro en esa tesis TINA ("There is no alternative") que supone la asunción generalizada de una única lógica para abordar la situación, cosa que hace indiferente la existencia o no de un "gobierno invisible".

Esta redefinición de lo público no es una consecuencia directa del "suspenso" ante determinados tests, sino que es un aprovechamiento ideológico de las circunstancias. ¿La alternativa sería menos ideológica? Probablemente no, pero creo que salvaguardaría mejor la efectividad de esos derechos.

Estoy de acuerdo con tu crítica al "buenismo" neoliberal, que demoniza lo público para mostrar como neutro moralmente lo privado. Y la autoregulación es, sencillamente, un mito. Si viviéramos en un mundo en el que todos fuéramos individuos "racionales", calculadores, con la misma capacidad para acceder, procesar e interpretar la información, entonces quizá el mercado pudiera autorregularse. Pero qué sabrán los gurús de la economía de mercado sobre hermenéutica.

Por cierto, gurús que ignoran la angustia que le provocaba a David Ricardo, en sus "Principios de Economía Política y de Tributación", la conclusión de que, en un panorama de internacionalización desregulada, la tasa de beneficios podía seguir creciendo en detrimento de la renta per cápita. O no la ignoran, pero no la comparten, porque aquí se trata de otra cosa, como lo ilustra el episodio de Soros y la libra esterlina del año 92.

En fin, que estoy de acuerdo contigo. Pero creo que todo este proceso de "saneamiento" va a servir para que, llegado el momento, las causas profundas (sistémicas, diría yo) de esta crisis hayan pasado al olvido.

El Pez Martillo dijo...

Precisamente por ahí iba mi intención, en la dirección de no caer en una aceptación acrítica del mercado, porque se habla de ellos como del llover, como algo impersonal y automático, sin tener en cuenta que detrás de él hay personas y ante los que cabría (no lo sé) tomar algunas precauciones.

Sobre lo demás, a mi me preocupa esa inevitabilidad que nos quieren vender a la hora de los recortes. Que hay que hacerlos, vale, pero porqué estos y no otros, o de otro modo? Lo que no me parece de recibo es que proclamen a los cuatro vientos sus medidas, y luego te digan que aún no han calculado cuánto podrán ahorrar con ellas (lo cual da a entender que no han hecho un cálculo entre distintas alternativas y han escogido la mejor/más razonable), como sucedió el pasado viernes.

Saludos.

Johannes A. von Horrach dijo...

jajajaj, bueno, los gurús del mercado seguro que no sabrán mucho de hermenéutica... pero desde luego les va muy bien sin ella.