Cuando te dan calabazas, sobre todo si se trata de las no demasiado dolorosas, el primer impulso es tirar de orgullo y proferir un grandilocuente "ella se lo pierde" (o él si es el caso, aunque intuyo que se dice más en femenino que en masculino). Y en gran medida es así. Pero hay breves momentos de debilidad y flaqueza, y, porqué no, de lucidez, en los que por debajo de este pensamiento se cuela otro más ácido: "sí, vale, pero también te lo pierdes tú"
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