sábado, 25 de octubre de 2008

Sa somera



Una de las experiencias más traumáticas de mi vida ocurrió en la montaña, yendo de acampada. Fue en primero de Enfermería, allá por el 97, cuando se organizó una acampada de fin de semana en no recuerdo qué lugar de la sierra. Para empezar, los "magníficos" guías que nos llevaban, de esos que aseguran conocer el camino como la palma de su mano, se perdieron, dando un rodeo de horas que nos llevó por una torrentera y a subir y bajar montes. La cosa tenía un aire de aventura y nos entregamos alegremente. ¿Nos hemos perdido?, pues sigamos caminando, que a algún lado llegaremos. Y efectivamente, llegamos a unas casas de piedra en medio de dos montañas, en las que había un pequeño corral con gallinas, evidenciando que allí había algo de actividad humana.

Los "guías" decidieron que el sitio al que íbamos estaba subiendo por un estrecho y empinado camino. Había cansancio, pero como había más ganas de llegar ya a algún sitio donde montar las tiendas, no opusimos demasiada resistencia. Y ahí empezó el problema. Porque además de las gallinas, por ahí había un burro que, atraido por nuestras voces y por la comida que llevábamos en nuestras mochilas, nos siguió todo el camino. Y no fue un seguimiento a distancia y pacífico, sino que fue una auténtica persecución. Subimos corriendo y con un burro pisándonos los talones y embistiéndonos. Y lo peor es que sólo había ese camino cuesta arriba y ningún sitio donde refugiarnos.

Asfixiados, llegamos a un llano alfombrado de hierba con unas casas al final. Habíamos llegado. Y el burro también. Y ya no sólo era comer lo que quería, porque se abalanzó sobre una de las chicas, intentando violarla allí mismo, cosa que logramos evitar. Al final conseguimos domar a la fiera, devolverla abajo y dejarla atada a un árbol, pero el susto no se nos quitó en unas horas, convirtiéndose en motivo de choteo generalizado (sí, pero durante la persecución nadie reía, no). Para mantener un poco más la tensión, junto a las casas, semiabandonadas, encontramos unos cazadores escopeta en hombro apilando unas cabezas de cabra en un murete de piedras. Fueron muy simpáticos, pero la escena, así de entrada, y viniendo de lo que veníamos, nos hizo pensar en lo peor.

Todo quedó ahí, en un susto nada más, pero podría haber pasado cualquier cosa: que el bicho hubiera sido más agresivo y herido a alguien con un cabezazo o una coz, que con las prisas alguno se hubiera caído, o que los cazadores hubieran sido unos psicópatas. Menos mal que al final todo salió bien y la acamapada fue un éxito (como Casablanca, fue el inicio de una gran amistad...).

8 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Joder, macho, es que si los cazadores llegan a ser unos psicópatas su aventurita por la sierra se habría titulado directamente 'Deliverance', como la acojonante película de John Boorman. Eso les pasa por ir a tratar directamente con la Pacha Mama, que es una bestia de narices. Como en la ciudad, rodeado de acogedor cemento, no se está en ninguna parte.

shalom

PD: y hablando de burros, ¿ha visto udted 'Al azar Baltasar' de Robert Bresson? Lo digo porque su protagonista era un burro, que se convertía en un auténtico chivo expiatorio de los hombres que lo rodeaban.

gato dijo...

ja! me cago de risa , después de mucho tiempo que no leía algo tan gracioso!
y el burro estaba erecto? jajaja!

El Pez Martillo dijo...

Horrach, sí que era un poco acojonante la cosa. Aunque ya habían dado muestra de su simpatía, yo les temía, sobretodo al llegar la noche (me temía algo rollo "bruja de balir"...).

Aunque yo también soy un urbanita de pro, no tengo muy claro que en el cemento se esté mejor. Y si no, me remito a cierto hijo de la Gran Bretaña (presunto) ensangrentado que nos persiguió en una isla vecina, en una calle bien pavimentada...

Finalmente, ya sabe que mi cultura cinematográfica no le llega ni a la suela de los zapatos a la suya, así que ni flowers de las pelis de las que habla.

Yone, me alegro de que le haya hecho gracia la historieta, y le aseguro que es totalmente cierta. Y sobre su "malsana" curiosidad, no, el animal no estaba empalmado (el que casi empalma soy yo, con la casi escena de porno en vivo...).

Un saludo.

Johannes A. von Horrach dijo...

Bueno, sant Antoni no es precisamente una urbe. Por muy tierra natal que sea de la Musa.

shalom

El Pez Martillo dijo...

Tampoco es la Pacha Mama

Anónimo dijo...

Sepa usted que la última frase de su post me ha llegado a la patata.

Doy fe de que todo lo comentado por el pez es totalmente cierto, puesto que cargué con la guitarra durante toda la excursión (¿qué sería de una excursión sin el notas de la guitarra? Pues eso).

Por cierto, se deja usted en el tintero la "orgía" que se montó en una de las tiendas de campaña, que, si bien no es una anécdota tan divertida, sí que es más del gusto del personal.

P.D: GEI!

El Pez Martillo dijo...

Querido Dani, creo que no he faltado a la verdad en ningún momento, y menos en la última frase.

Y sí, los GEI se debieron sentir incomodados por el nota de la guitarra y el otro nota que le hacía los coros. Tanto, que nos dejaron una tienda de campaña de (¿4 o 6? ya no me acuerdo bien) para nosotros dos solitos, metiéndose todos en otra. La orgía la debieron montar ellos, porque, a no ser que me pusiera usted alguna droga amnésica en la bebida, yo no recuerdo que pasara nada raro (sólo que allí se forjó nuestra amistad).

Anónimo dijo...

¡Ay, piratón! :D