domingo, 17 de agosto de 2008

Mallorca versus Mallorca


Cuando uno lleva tantos años como yo viviendo en Mallorca, se da cuenta de algunas cosas. Una de ellas es la curiosa diversión que encontramos a criticarnos a nosotros mimos. Los mallorquines nos regodeamos en ponernos verdes. No se trata de criticar al vecino, sino de sacar y explotar nuestros defectos en tanto que habitantes de aquí. Y así, no es extraño ver a alguien ufanarse de lo pasivos, cerrados o lo que seamos nosotros. Porque sí, se muestra el defecto, pero se hace como si se estuviera enseñando lo mejor de nosotros, inflando el pecho. Tal vez se trate de la necesidad de poner algo o alguien en el punto de mira, y al ser la isla un territorio muy limitado y cerrado en sí mismo, se acabe poniendo a sí mismo. O tal vez tenga que ver con eso de la discreción y el pasar desapercibidos (otra característica mallorquina), que nos impide señalar a los demás y por lo tanto prefiramos apuntarnos a nosotros con el dedo acusador. En otras partes se cantarían sus excelencias y se mostrarían como la cumbre de la evolución. Nosotros, nos miramos al ombligo, y lo encontramos feo.

En cualquier caso, se observa un cierto matiz masoquista en esta actitud. Porque algo de masocas tenemos los mallorquines, que aguantamos carros y carretas sin decir ni mu (otra vez la discreción...), poniendo todas las mejillas con cara de tontos, incluso con gesto complaciente. Y eso, si bien evita los conflictos, provoca la proliferación de conductas excesivamente egoístas y ensimismadas, volcadas hacia adentro. Sin chocar, sí, pero egoístas e insoportables al fin y al cabo. No es extraño que uno de los productos más típicos de la isla (si no el que más), la ensaïmada, sea una pasta cerrada y enrollada sobre sí misma, formando una genuina metáfora de lo que somos los isleños.

Nótese el ejercicio de mallorquinidad que acabo de realizar, poniendo a parir a mis paisanos (y a mi mismo, claro).

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Dentro de poco lo habitual será el "putes mallorquins... barco de requilla"

El Pez Martillo dijo...

Hombre, tal y como están las cosas y viendo que se está convirtiendo en algo cotidiano el que los demás nos pongan a parir (de un tiempo a esta parte sólo oigo críticas y desprecio hacia los mallorquines), el barco de rejilla nos lo ponen los forasters. Y si no, al tiempo...

Johannes A. von Horrach dijo...

Esa actitud autocrítica y con cierta tendencia al masoquismo, perdone que le diga, no es exclusiva de los mallorquines, que España en general es un país que gusta mucho de ponerse a sí mismo a parir. Qué quiere que le diga, a mí eso no me parece mal, al contrario, que sólo faltaría que todos fuéramos tan estupendos como esa subespecie llanada 'nacionalista', que se pasa la vida dando vueltas sobre su jodido ombligo.

Lo de las críticas a los mallorquines: bueno, hay de todo, que anda que no he escuchado conversaciones de mallorquines sobre 'forasters' en las que sólo les faltaba pronunciar la expresión 'Solución Final'. Sí me he fijado en una cosa: que los inmigrantes (españoles) de segunda generación tienen más tendencia a la exclusión de los inmigrantes (extranjeros) de primera generación que los 'indígenas'. Es decir, que veo más racismo contra negros y musulmanes entre gente que ha venido de la península que entre mallorquines de raíz. Curioso, ¿no? Tal vez se deba esto a cierta competencia, es decir, a que los primeros se consideran 'buenos inmigrantes', para arrogarse más derechos que los segundos, que serían 'malos' inmigrantes.

shalom

El Pez Martillo dijo...

Herr Doktor, a mi tampoco me parece mal, pero habría que compensarlo con saber ver las propias virtudes, que criticarse demasiado machaca la autoestima.

Es verdad que España también es bastante masoquista. Pero más que una autocrítica feroz, se trata de cierto acomplejamiento y de ir como pidiendo perdón por todo y agachando la cabeza. Por otro lado, el ponernos a parir es entre españoles, esa tendencia que tenemos de estar siempre en contra de nosotros mismos (ese gen de guerra civil que dicen que tenemos).

Y sobre la inmigración, es verdad lo que dice, pero hay matiz, que los inmigrantes de segunda generación no se sienten para nada inmigrantes. Recuerde esa polémica que hubo hace unos años cuando alguien del PNV dijo algo de los inmigrantes españoles, y huhbo quien reaccionó airadamente, porque no consideraba inmigrante a alguien que sale de Soria para ir a Bilbao (cuando, por definición, sí lo es). Además, en las segundas generaciones hay un mayor nivel de radicalización. Volviendo al País Vasco, es significativa la de terroristas con apellidos "poco" vascos que hay (aunque bueno, eso de calificar la "pureza" de alguien por su apellido tampoco es lo mío, pero bueno, marca una tendencia).

Saludos.

Johannes A. von Horrach dijo...

Disculpen, que me he equivocado en una cosa: cuando hablaba de los inmigrantes peninsulares quería decir que eran de primera generación también (no de segunda), es decir, nacidos en la Península, y venidos a Mallorca después. Se trata de personas (las que he conocido, que no son pocas) muy críticas con los mallorquines 'indígenas', a los que frecuentemente acusan de ser excluyentes con los llamados 'forasters', pero que luego resulta que los más racistas con los extranjeros (sobre todo con negros y moros) son ellos.

Sobre lo del PNV: hombre, el que sale de Soria para ir a Bilbao es un inmigrante, sí, pero no un 'inmigrante español', porque eso implicaría que los de Bilbao no son españoles, y eso sólo se da en la averiada cabeza de los nacionalistas vascos, no en la realidad. El que pasa de Soria a Bilbao cambia de ciudad, y también de comunidad autónoma, pero nada más.

Sobre las virtudes..., mejor que hablen otros de nuestras virtudes. Además, las únicas virtudes que considero defendibles son las individuales, no las colectivas.

shalom

El Pez Martillo dijo...

La expresión "inmigrantes españoles" no lo dijo nadie del PNV, la he usado yo para referirme a los que emigran dentro de España. Aunque sigan dentro de su país, no dejan de formar parte de un movimiento migratorio, aunque supongo que menos dramático (por la cosa de que el choque es mucho menor) que el del senegalés que ha de cruzar el mar en cayuco.

Sobre los "forasters", una vez asistí a una delirante conversación en la que un andaluz, después de gritar (literalmente, con un cabreo descomunal) que a él no le "daba la gana de integrarse aquí" (la mínima integración exigible, que es la de respetar a la gente del sitio al que vas y sus costumbres), que él sólo había venido a trabajar y nada más, continuó con su indignación soltando que "los moros son los que han de integrarse". En fin...

Tona dijo...

Algo de especial si que tienen los mallorquines,menorquines, ibicencos que los hace diferentes...no comparto sus afirmaciones, no creoque sean ustedes masoquistas,yo que estoy al otro lado de mar, interpreto que el mediterraneo apacigua a las personas y ustedes están rodeados.
Con respecto a sus deliciosos productos gastrónomicos en mi comunidad el Rey Jaume I El Conqueridor repobló algunas comarcas con familias mallorquinas que conservan la gastronomia en forma de embutidos y dulces. Un ejemplo es Tarbena (Alicante)
http://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%A1rbena.
Puede acercarse vía Eivissa-Dénia y llega a la Marina Alta y Marina Baixa, donde encontrara a los descendientes de mallorquines que conservan entre otras cosas el idioma. Son excatamente mallorquines.

El Pez Martillo dijo...

Desconocía eso de la repoblación con mallorquines, pero habría que matizarlo un poco. La conquista de Valencia se produjo tan sólo unos años después de la de Mallorca, por lo que me parece imposible que existiera un idioma mallorquín (era el mismo catalán que se hablaba en cataluña). En todo caso, lo que ocurre, y si no voy errado, es así, es que el mallorquín (y el menorquín, y el ibicenco) no es otra cosa que el catalán antiguo que, por el aislamiento, se mantuvo más puro en las islas, mientas que en el continente se vio más influido por otras lenguas y evolucionó hacia las formas actuales.

Algo parecido debe pasar con la gastronomía, ya que es complicado que, en tan pocos años se generaran unmos productos típicamente mallorquines. A lo mejor todo se explica mejor por la proximidad de Ibiza, que pudo mantener un cierto influjo (no lo sé cierto, es sólo conjetura).

En cualquier caso, es verdad que hay zonas peninsulares que mantienen dialectos catalanes muy parecidos a los isleños (hay alguna parte de cataluña, no recuerdo cual, donde usan el artículo salado). Y en Pollença, al norte de la isla, usan el artículo catalán, y no el balear.

Menuda parrafada he soltado. Cambio y corto.