El verano empieza a dar señales de agotamiento: la luz del sol ha cambiado, los días se notan ya más cortos, y anoche, por primera vez en semanas, hizo fresco. Se empieza a ver la luz al final del túnel. Soy consciente de que aún quedan jornadas abrasadoras y noches infernales, que la cosa puede alargarse hasta dentro de un par de meses (a veces es posible pasearse en manga corta hasta noviembre por estas latitudes). Pero notar ese decaer, esos síntomas de que la cosa ya no es tan boyante, hace que mi ánimo mejore. Al fin y al cabo, como todo ser decadente y mediocre, encuentro cierto regocijo en ver cómo todo a mi alrededor se derrumba, y detesto cualquier clase de pujanza y plenitud. Aunque, bien pensado, la caída del calor es la ascensión del frío. Pero en el frío hay un matiz de negatividad y de ausencia que lo hace mucho más atractivo que la plena presencia del dominio del sol que padecemos.
PD o metaentrada: cuando no se sabe de qué hablar, el tiempo es un tema muy socorrido.
PD o metaentrada: cuando no se sabe de qué hablar, el tiempo es un tema muy socorrido.
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