sábado, 12 de abril de 2008

Visita hospitalaria (II)


El otro lado. Hoy toca el otro lado. El mío. Así vemos a veces el tema de las visitas los que trabajamos en el hospital.

En primer lugar, resulta que hay unas normas respecto a las visitas. Y resulta que muchísima gente se las salta a la torera. Si sólo se permiten entrar dos visitas por paciente, entran tres, y encima pretenden venir a horas no permitidas. Nuestra actitud es la de recordarles, con toda la amabilidad de que somos capaces, las normas que están intentando infringir, suponiendo que es que las desconocen o que las han olvidado. Pues no, no es que las hayan olvidado, sino que intentan pasar por encima de las normas. Y, como en los toros, al tercer aviso vamos al descabello. Algunas veces se disculpan (para nada, porque rápido lo vuelven a intentar), pero otras hemos de aguantar que nos perdonen la vida por querer hacer cumplir lo que está estipulado en las normas. Parece una tontería, pero son más de los que parece, y muchas veces el pollo te lo monta el que menos te esperas.

Por otro lado, está la cuestión del cotilleo, porque no se limitan a ver a su familiar/conocido, sino que además quieren enterarse de lo que tiene el vecino y el de la habitación de al lado. Cuando hay varios enfermos en una habitación, a la hora de las visitas a veces se montan auténticos salones de sociedad, con todo el mundo hablando con todo el mundo. A veces entran ganas de ponerles música y organizar un baile.

También están las visitas "incómodas". Ese familiar pesado que todo lo pregunta y todo lo cuestiona, que pretende saber más que el personal pero que resulta que no sabe nada (porque entiendo que, si es un médico, quiera ponerse a nuestro nivel y tal, pero que alguien que lo más que sabe de medicina es la experiencia propia con la enfermedad y los suplementos de salud de cualquier revista del corazón quiera pasarte por encima, es muy mosqueante) y te está vigilando y tomando nota de lo que haces. Y peor, si encima tus respuestas (porque estos preguntan, y mucho) no les convencen (a menudo porque no las entienden), te miran con desprecio, como si estuvieras diciendo una burrada.

Todo el mundo quiere estar enterado de lo que haces cuando haces algo. Y vas al paciente y tienes un nutrido grupo de espectadores que te examinan tu quehacer y te preguntan. Para algunas cosas se les saca fuera (von lo cual llenamos los pasillos de gente) pero a veces no hace falta, ya que la técnica a realizar es sencilla y breve, y ahí es dónde la cagas, porque empiezan a salirte mal las cosas y a aturullarte (es increíble cómo algo simple se complica cuando mejor lo tienes que hacer), y quedas fatal delante de las visitas.

En fin, que comprendo la necesidad de que haya visitas en los hospitales. Hacen bien al enfermo y tal. Pero para los que allí trabajamos, a aveces son un auténtico coñazo.

6 comentarios:

Elisa McCausland dijo...

He de reconocer que ver en el mismo blogroll a Nietzsche, Schopenhauer y Cálico Electrónico me ha ganado, :)

Un saludote!

El Pez Martillo dijo...

Hola, pequeña delirio, bienvenida a este modesto espacio, espero que le guste y se quede.

Sí, la verdad es que soy heterodoxo, heterogéneo, caótico y hasta contradictorio en mis gustos. Qué le vamos a hacer.

Un saludo.

PENSADORA dijo...

Venga, te voy a dar mi opinión, que te valdrá un montón, la visión del enfermo:
1º) Las visitas son un coñazo...¡que estoy malita, leches! dejadme descansar.
2º) Las únicas visitas agradables son las que se mantienen en silencio y de vez en cuando preguntan si necesitas algo o qué tal te encuentras. No digamos si saben manejar la ruedecilla del gotero...esque a veces dá palo tener que estar llamando a la/el enfermero/a.
3º) Los domingos son para descansar, no para visitar en el hospital a la prima que nunca llamas y que no ves desde hace años.
4º) Las visitas de padres, hermanos y abuelos son sagradas. Tienen prioridad absoluta en todos los sentidos.
5º) Las visitas mantendrán silencio durante la visita del médico u otro personal sanitario. Si es posible saldrán de la habitación y sólo preguntarán si el enfermo lo permite.
6º) A partir del 6º día de internado, el enfermo tiene derecho de mandar a la m... a todo el mundo porque está hasta los órganos genitales del hospital.

Mira tú, me estoy inspirando, voy a hacer una entradita desarrollando mejor este tema.
Saludillos oscenses.

El Pez Martillo dijo...

Muy bien, Pensadora, de acuerdo al 100% con lo que dices. Muchas veces me doy cuenta de algunas cosas de las que dices, sobretodo las referentes a lo cansado y aburrido que es estar en el hospital. Si todo el mundo pensara así no habría problema alguno.

Unknown dijo...

A mi tambien me ha inspirado el tema.
De acuerdo contigo en lo que dices. Sobre todo en lo de
- Por favor, pueden salir? (debo coger la vía al paciente)
- Señorita, ¿puedo quedarme? a mi no me asustan esas cosas de pinchazos (la esposa "abnegada" que cuida a este y al de la cama de al lado tambien, mientras que la hija de este ha ido a dar el relevo).
Aquí tienes las dos opciones, o los echas o los dejas. Depende de lo "artistona" que te sientas. Si no hay ganas de funcion, y te ves con animo de polemica, los echas, y si no, pues te pones tus mejores galas y coges la vía a la primera mirando al tendido, y esperas ovacion, las dos orejas y el rabo.
Desde el otro lado, pues estoy totalmente de acuerdo con Pensadora.
Quien no ha visto un domingo los pasillos llenos de gente y preguntando a todo el que va de blanco:
- Señorita, ¿aquí hay ingresao un hombre así mayor, que está malo desde hace tiempo, que tiene un poquito de corazón y otro poco de riñon y que les dicen en el pueblo "los remendaos"?, es soltero él.
Realidades como la vida misma.
Un saludo.

El Pez Martillo dijo...

Hola Romudea, encantado de que hayas dejado un comentario en este humilde rincón de la red.

Yo soy muy irracional con esto de dejar que las visitas se queden a ver mis actuaciones. No tengo un criterio fijo (aunque hay cosas que son de cajón, como que echo a todo el mundo para sondar vesicalmente a alguien) y más bien me dejo llevar por la confianza que tenga con ellos o que me inspiren.

En cualquier caso, al trabajar en una unidad de cuidados intensivos, la cosa de las visitas es más restringida aún. Y para colmo estoy en una sala con varias camas, así que cuando hay visita, la cosa es más bien multitudinaria (aunque sólo dejemos pasar de dos en dos familiares...).

Saludos.