jueves, 10 de enero de 2008

Producción desvitalizada


A menudo se tiende a estudiar la obra de los individuos que han producido algo para la posteridad (arte, ciencia, filosofía...) como si hubiera caído de regiones etéreas porque sí. Las ideas no están ahí a la espera de que alguien , más sensible tal vez que los demás, las recojan. No hay un cielo eterno del Ser al que unos pocos tengan acceso y puedan contemplar la Verdad y poder acercárnosla de formas varias a los demás, pobres mortales. No. Lo que hacemos y pensamos ha surgido de algún sitio, y tiene sus raíces en nuestras vidas, en sucesos a veces azarosos que nos marcan en mayor o menor grado. Nuestras preocupaciones, sentimientos, tendencias, creencias, vivencias... se traducen en las producciones que realizamos a lo largo del desarrollo de todos esos avatares. Vamos, que un pintor de una tribu africana difícilmente va a pintar un Cristo yacente, por poner un ejemplo. No a menos que se haya convertido al cristianismo o que éste le parezca interesante y le ocupe algún tiempo. El simple hecho de tener un idioma materno u otro nos determina en gran modo.

No sé si se me entiende. No se trata de hacer psicoanálisis, porque muchas veces no se trata de complejos mecanismos ocultos en subconscientes y en hechos olvidados, sino que muy a menudo está todo demasiado a la vista. Tanto, que se nos pasa por alto, atareados como estamos en buscar debajo de las alfombras algo de suciedad escondida. Es más, hay algunos casos en los que dice mucho más la biografía de alguien que su doctrina, y otros en los que hay una abierta contradicción entre ambas (que no siempre es tal, sino que esto emana de la voluntad del propio autor, dándole una cierta coherencia al asunto).

De esto da muestra la tendencia a hacer biografías de los grandes personajes. Porque si no hay ninguna relación entre vida y obra, ¿a qué viene este interés por desentrañar los más mínimos detalles de la existencia de alguien? Pero es que así descubrimos, con sorpresa, que la obra X se ideó en un momento de profunda crisis, o tras alguna vivencia intensa, que muchas veces es reflejada en ella. Y aún así, en numerosas ocasiones es fruto de un intenso trabajo en una dirección que vino marcada desde muy atrás, en alguna bruma del pasado, pero en ningún caso etérea o celestial.

No hay inspiración, ni raptos celestiales, ni nada que se le parezca. Sólo trabajo, decisiones... y chispazos (biográficos).

2 comentarios:

silvina magari dijo...

yo creo que el conocimiento no implica comprensión.
teorizar, escribir, exponer, crear, pueden darse sin una sola acción por parte de la cabeza pensante, llamado tambien artista, hacedor, creador o constructor.

El Pez Martillo dijo...

Tiene usted razón, muchas veces los creadores no tienen ni idea de lo que hacen. Suele pasar mucho en el arte contemporáneo.

Saludos.