lunes, 28 de enero de 2008

Incipit Tragoedia

Nietzsche en sus últimos días

Así tituló Nietzsche el último aforismo del cuarto libro de La Gaya Ciencia, en el que por primera vez escribe sobre Zaratustra como personaje suyo (al Zaratustra real ya se había referido con anterioridad). Empieza la tragedia. Así podría denominarse el enero de 1889. Cuando hace unas semanas hablé sobre el Sanctus Januarius, no hice referencia al hecho de que el mes de enero le reservaba al filósofo un destino fatal.

Aunque en las últimas semanas de 1888 ya había dado algunas señales alarmantes sobre su estado mental, el desplome definitivo no se produjo hasta enero de 1889. En concreto, el 3 de enero. Salió a la calle, en Turín, y vio a un cochero maltratando a su caballo. Nietzsche, indignado por su comportamiento, se abrazó al caballo con un gesto protector, y allí se desvaneció. Tuvieron que recogerlo de la calle y desde aquel momento ya no hubo vuelta atrás. En la casa donde se hospedaba creía estar a la espera de que el rey le visitara, o danzaba desnudo al ritmo de melodías que sólo sonaban en su cabeza, escribió las llamadas "cartas de la locura" que provocaron la alarma de los suyos. Tuvo que ir su amigo Franz Overbeck a recogerlo para llevárselo a Basilea y ponerlo a buen recaudo en un manicomio, donde empezarían a estudiar su caso sin demasiado éxito. Para convencerlo de que fuera con él y su acompañante sin llamar la atención (puesto que pretendía ser rey y saludar a todo el mundo a su paso), tuvieron que hacerle creer que se trataba de un viaje de incógnito para resolver un gran asunto. Desde entonces poco a poco la mente de Nietzsche se fue apagando, y si bien al principio podía salir a pasear e incluso mantener pequeñas conversaciones (hubo un punto de mejoría en que se llegó a pensar en que se podría curar), la apatía fue ganando terreno hasta dejarlo postrado un una cama sin decir nada, ausente y con la mirada perdida. En este estado, frágil y enajenado, al cuidado de su hermana (su madre había muerto tres años antes) le encontró la neumonía que lo mató el 25 de agosto de 1900, al mediodía (sin duda, como a él le hubiera gustado)

1 comentario:

Stones dijo...

Nietzsche.... ufffffff