miércoles, 31 de octubre de 2007
De importación
No estoy en contra de que se celebren fiestas ajenas a nosotros. Vivimos en sociedades complejas en las que hay gente de todas partes e influencias varias. Ningún problema en que se recuerde que hoy es tal o cual día importante para algunas comunidades. Siempre y cuando no generen conflicto, claro está. O que lo que viene de fuera no anule y borre lo de dentro (aunque tampoco lo tengo claro, han desaparecido tantas manifestaciones culturales y tradicionales que no creo que pase nada por una más). A todo esto es significativo que los niños de hoy en día crean que mañana es fiesta porque hoy es eso que hemos visto en tantas películas que los niños se disfrazan de monstruos y piden caramelos. Eso, que es parecido a lo del aguinaldo navideño, y que se basa en el culto céltico a los muertos (que nosotros practicamos en estos días). Me consta que es así, que lo creen de veras. Hace no tantos años, no sabíamos cuando era eso de halloween. Me acuerdo que cuando era niño (veinte años no es nada) ni siquiera sabíamos cuándo era eso. Y ahora resulta que todos los santos se ha transformado y ya no es lo que era. Como todo lo demás, se ha convertido en una excusa más para puentear, viajar, o hacer fiestas, que es lo que parece que a la gente le gusta. Paralelamente, las patologías psiquiátricas siguen su escalada. Será divertido ver cómo están las cosas dentro do otros veinte años. A saber qué fiestas celebraremos entonces. Yo, mientras tanto, intentaré hacer un hueco para ir a visitar el cementerio.
Entretanto, hoy es San Quintín, y, aunque la batalla no se produjo hoy, este nombre siempre me evoca el Escorial.
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5 comentarios:
Cualquier excusa es buena para puentear y viajar., Creo que es de las medicinas más saludables, aunque un poco cara.
Pues a mi este ansia de viajar y de salir me parece un rasgo muy enfermizo...
A mí es algo que me gusta (en exceso diría yo) y ahora que no lo puedo hacer tan amenudo como antes lo echo mucho de menos.
No ha probado a perderse en una ciudad un día de diario, mientras la ciudad vive usted observar cada pequeño detalle, sin prisas, sin agobios, con calma... Si no lo ha hecho es altamente recomendable.
Para hacer eso no hace falta irse a ningún sitio. Lo hago a menudo en mi ciudad.
Si alguna vez tuve interés en ver lugares, de cada vez tengo menos. Me movería en todo caso por algún interés que me lleve allí, o por la compañía. Lo más curioso (y peligroso), es que este creciente desinterés por conocer sitios corre paralelo al desinterés por la gente.
Quizá porque usted sea de una ciudad grande. Yo que vivo en una capital de provincia, salir un día y pasear por la calle es ir: "adio", "venga va, hasta luego", "cuanto tiempo...", "anda, tienes un peque...." y no me gusta. Me gusta pasear por sitios donde no conozco a nadie, donde me puedo sentar en un bar, en la zona de la ventana y ver pasar a la gente mientras me tomo una cerveza tranquilamente. Quizá exijo demasiado, quien sabe.....
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