miércoles, 29 de noviembre de 2006
Reflexiones batailleanas
Mis últimas lecturas me estan resultando muy sugerentes. Ya llevo unas entradas inspirado por ellas, y hoy toca más. Los textos en cuestión son El Erotismo y Las lágrimas de Eros, de Georges Bataille. En ellos, una de las tesis que se defienden es la de que el impulso erótico difiere del puramente sexual. El instinto reproductivo representa lo que de animal hay en nosotros. Tiene su origen en el bajo vientre y sus glándulas. En cambio, el erotismo nace algo más arriba, por encima de los hombros. Se trata de un aspecto psicológico, de un plus que se le ha añadido al sexo. El motivo de esta sobrevaloración es el siguiente. En un momento dado (que no entraremos ahora a discutir), la creciente organización de la sociedad humana hizo necesaria la creación de prohibiciones, que básicamente afectan a la muerte (al dar muerte a los demás) y a la sexualidad. Y lo prohibido lleva en sí mismo el germen de la transgresión. El plus nace en la prohibición y la conciencia de estarla y transgrediendo cuando efectivamente así ocurre. El impulso erótico responde a eso. Tiene una base animal, sexual (de forma total o parcial, como ocurriría en el matrimonio). La satisfacción sería no tanto orgánica como psicológica.
Dejemos de filosofar, bajemos a tierra, como diría la plebe. Bajo la perspectiva de la píldora filosófica anterior, vamos a intentar comprender algo de lo que está ocurriendo en nuestra sociedad. Me gustaría hablar de la (seguramente aparente) extensión de las tendencias homosexuales. Tal vez sólo sea un impresión mía, pero parece que por todas partes hay homosexualidad, y hay mucha gente que tontea con ella. En cualquier caso, tras la mal llamada "revolución sexual" que tuvo lugar sobretodo en la segunda mitad del siglo XX, el sexo ha perdido parte de ese carácter oculto que antes tenía. La prohibición se ha relajado. Y con ella ha caído la conciencia de transgresión y lo que de erótico hubiera en ello. Para mantenerlo, hemos de acudir a lo que aún quede de prohibido, buscando nuevas prácticas y tendencias que resulten ocultas y deshonrosas aún para la moral relajada con respecto a los asuntos sexuales. Lo que más a mano se tenía era la homosexualidad. Como se ve, la cosa va mucho más allá de una tendencia orgánica, más allá de los genes (que es lo que muchos han intentado buscar). Se trata de satisfacer la necesidad de tener un ámbito de lo prohibido en el que poder trangredir.
Pero la extensión de estas prácticas y la creciente tolerancia de la sociedad hacen que la transgresión sea cada vez menos oculta, y que, metidos en la dinámica abierta por la Ilustración y sus revoluciones, su ámbito dé un paso al frente y se haga visible, reclamando sus derechos (que, de un modo u otro, acaban dando al traste con la prohibición). Y en esta fase estamos con la cosa de la homosexualidad. De repente mucha gente "sale del armario" (¿estaban ya dentro?¿se han metido antes?¿los han metido?), y aspiran al reconocimiento y a que no se les siga viendo como unos desviados. Parece que poco a poco lo van consiguiendo. De este modo se llega a la paradoja de que para que algo permanezca, tal vez lo mejor es que siga oculto. Dar un paso al frente supone el final del impulso que nos llevó a la situación dada.
Y aquí es dónde yo planteo que tarde o temprano el erotismo se buscará un nuevo ámbito prohibido en el que solazarse y ponerse al servicio de la prohibición y la trangresión que ésta lleva en su interior. De momento la homosexualidad aún tiene un resto de transgresión. Pero, visto así, no deberemos tardar mucho en empezar a ver asomar la cabeza de nuevas formas poco permitidas de dar rienda suelta a nuestros impulsos eróticos (que, como ya he apuntado, tienen que ver con lo sexual, pero menos de lo que parece). ¿No será lo que está ocurriendo con la pedofilia?.
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7 comentarios:
No descarto tu pensamiento, pero pienso que quizás ese "salir del armario" es el mismo que hace años, solo que ahora sale a la luz de verdad, es decir, puede decirse en público y ser aceptado; en cierto modo, opino que es algo así como la violencia de género, ¿es que nunca ha habido, o es que es en la actualidad cuando se le está dando importancia por la sociedad?
Y esto me lleva a mi eterna pregunta...¿es la realidad la que aparece en los medios de comunicación, o son éstos los que crean esa realidad?
No sabía que tuviera otro perfil que, de hecho, no tengo. Que no he pedido. Que no sale. Que no sé. Que ¿qué?
Odeotromodo: ¿quién fue, si no fui yo?
Cvalda: efectivamente, las condiciones actuales facilitan eso de que mucha gente salga del armario. Y evidentemente, cada uno hace lo que quiere con su cuerpo. Mas allá de lo que he expuesto sobre el impulso psicológico (con lo cual no sería expresión de la sexualidad, como muchos de ellos dicen), subyace otra cuestión: ¿somos lo que somos?¿lo que creemos que somos?¿O lo que nos hacemos?(más siniestro aún:lo que hacen que seamos).
No fui yo: yo tampoco fui (al menos de forma consciente). Saludos y a ver cuando nos regala con su presencia y sus intervenciones en las clases del Tigre de la Pampa.
Los grandes apóstoles de la transgresión suelen ser, al mismo tiempo, los más aplicados defensores de la Ley. Puede parecer paradójico, pero no lo es. Radicalizan una transgresión para provocar el regreso de la censura. Miren sino a muchas (demasiadas) feministas, que para culturas diferentes a la occidental defienden (o no critican) sus costumbres utltrarreaccionarias, como puede ser el burka, lapidación, ablación y demás. Digo que no es paradójico porque, en el fondo, estas personas admiran y añoran nuestras épocas más inquisitoriales. Ahora se persigue con los instrumentos en teoría destinados a erradicar las persecuciones. Otro ejemplo, el comunismo histórico (dejemos al pobre Marx en paz), que en base a la emancipación de los sometidos, montó (y sigue funcionando en según qué lugares) los sistemas más criminales y letales del planeta.
En el caso de la homosexualidad, creo que en la exageración de los signos externos reside una invocación a la censura. Lo normal sería que un homosexual 'viviera' su sexualidad, pero 'reivindicarla' entraña un patrón conflictivo (esgrimir una opción sexual como arma de combate)ajeno a la propia práctica homosexual. En resumen: más follar y menos protestar, que si algo sobra en este mundo son (somos)victimistas.
Amigo Pez,
me parece que en el terreno sexual, a estas alturas, está todo inventado, dudo que haya 'progreso'. La pedofilia, que yo sepa, es más antigua que el cagar. Otra cosa distinta es el 'espíritu de superación' que anima nuestra vida sexual, pero esta superación se refiere al nivel de intensidad que nos queremos procurar, no al tipo de sexualidad que adoptemos, eso es secundario. Si alguien se ha educado en una vida sexual muy variada y tolerante, luego tendrá problemas para aumentar la intensidad de sus relaciones (el más allá, para él, no será otra cosa que la muerte). Si en cambio, alguien se ha desarrollado en un ambiente puritano, cualquier cosa para él será motivo de placer. No quiero ponerme moñas, pero para el segundo, una simple caricia de una Venus letal puede tener más efecto que cincuentamilempalamientosvaginales para el primero.
Corroboro
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