jueves, 2 de noviembre de 2006

Sueño y vigilia


Hay momentos en los que se apodera de nosotros cierta sensación de irrealidad. Instantes en los que tienes que pellizcarte para asegurarte de que no estás soñando. ¿Nunca os ha pasao?. Se trata de situaciones en las que te domina la idea de que aquello no te está ocurriendo a ti, como si lo vivieras de un modo menos intenso de lo habitual, como si sólo fueras un espectador.

La historia de la humanidad también ha tenido épocas así. Estoy pensando en el barroco, cuando en distintas aprtes y en diferentes ámbitos surje la necesidad de cuestionarse acerca de la realidad y su naturaleza. Dos ejemplos resultan aclaradores, La vida es sueño de Calderón de la Barca, y el Discurso del Método de Descartes, en los que se plantea la necesidad de reafirmarse sobre un mundo que parece ser una pura invención imaginaria.

Para algunos autores, nos encontramos en una fase de este estilo, en la que nos cuesta distinguir lo real (sea lo que sea, eso es otra cuestión) y lo ficticio. Nuestra época también tiene ejemplos, el más conocido de los cuales tal vez sea la película Matrix (en la que se plantean algunas de las cuestiones hechas por Descartes en el barroco sobre si estamos en una realidad real o en una realidad ficticia). Y la verdad es que hoy en día no sólo tenemos dudas, sino la posibilidad real de meternos en mundos irreales (pero que vivimos de forma tan real como lo que llamamos realidad), tales como los videopjuego o internet y todas sus posibilidades (el sólo hecho de usar un nick ya es una forma de adoptar una personalidad distinta a la del día a día).

Normalmente nos sentimos muy seguros de lo que nos rodea y de nosotros mismos. No solemos tener demasiadas dudas. Pero a veces el velo que separa lo real de lo inventado (que, aunque conozcamos su origen y sepamos que lo es, no deja de ser real) se vuelve tenue, y uno no sabe bien a qué atenerse. Se trata de esos momentos de los que hablaba al principio.

Toda esta parrafada es una reflexión acerca de algo que me ha ocurrido esta noche, y que es un muy buen ejemplo de uno de esos instantes de atenuación del muro entre sueño y vigilia (porque podriamos llamar vigilia a lo real y sueño a lo no real). Me he pasado la noche soñando (o esa es la sensación que he tenido) que, por distintas circunstancias, no podía pegar ojo. Y al despertarme, la sensación que he tenido es la de no haber dormido nada. Estaba tan o más agotado que cuando me fui a dormir. Ha sido muy frustrante, porque sé que he dormido toda la noche, que apenas me he despertado una vez, pero mi cuerpo ha interiorizado las condiciones del sueño (porque, al fin y al cabo, mi cuerpo ha sido el que ha estado soñando) y he tenido más claro que nunca que la separación entre sueño y vigilia puede que no exista o sea menos de lo que creemos.

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