En el capítulo quinto de Crimen y castigo de Dostoievski, éste narra una pesadilla que Raskolnikov, el protagonista, tiene. En él, siendo un niño, contempla cómo un grupo de borrachos maltrata a un caballo hasta la muerte, y él, horrorizado, corre entre lágrimas y se abraza al animal. Al leerlo, como estudioso de Nietzsche, no he podido evitar recordar el episodio que marca su definitiva quiebra mental: cuando en Turín, en enero de 1889, al ver cómo un cochero golpeaba a su caballo, se abrazó al animal llorando.
No hay pruebas de que Nietzsche leyera Crimen y castigo, pero sí de que conocía su existencia, ya que la traducción francesa, que era la forma en que el alemán había accedido a la obra del ruso hasta entonces, había salido apenas unos meses antes, e hizo alguna referencia a ella en su correspondencia.
Sea coincidencia o no, la escena tiene mucha fuerza, tanta que para uno forma parte de un sueño, y para el otro la entrada en el terreno de la locura. Territorios sombríos ambos. Lugares del abandono, subsuelos de la mente. Todo muy nietzscheano. Muy dostoievskiano.
3 comentarios:
Ah! 'Crimen y Castigo', qué gran obra. Un día de estos tendré que volver a leerla. No me había fijado yo en esa conexión. Cree amigo Pez que Nietzsche leyó la obra, ese apartado quedó en algún lugar recóndito de su mente y reaparició en el momento en que perdió el juicio?
Curiosa, inquietante y bonita casualidad.
Saludos compañero!!! que te tengo abandonado pero no tanto como parece, lo prometo.
Musa, yo estoy en plena lectura ahora mismo. Ahora mismo el libro está a unos centímetros de mis manos. La hipótesis es factible, aunque no nos dejó ningún testimonio de que lo hubiera leído, sí lo conocía, y sabiendo la admiración que profesaba hacia Dostoievski y sus personajes, no sería de extrañar que creyera transformarse en el mismo Raskolnikof, porque precisamente en esos días en que parecía que no sabía quién era, podía ser cualquiera, y ¿quién mejor que uno de los personajes de su admirado autor?
Pens, por eso decidí escribir sobre la coincidencia, porque llamó mi atención al leerla en Crimen y castigo y en seguida pensé en lo que le pasó a Nietzsche. Y tuvo que ser muy llamativa la cosa para que escribiera algo, que ya ve usted que no me prodigo mucho por el blog últimamente.
Saludos a las dos.
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