A modo de mantra, nos repetimos que al final el tiempo nos pondrá a cada uno en nuestro lugar. Con ello solemos referirnos, claro está, a los demás, a unos cuantos de ellos. Serán los que acabarán en su sitio. Un lugar desagradable, por supuesto. Y merecido, cómo no. Porque ellos son los malos de nuestra película. Pero nunca nos preguntamos cuál es nuestro lugar, ese nicho que nos espera con el transcurrir del tiempo. Y a veces es mejor así, casi una medida de defensa.
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