Que hay élites es un hecho innegable. Allí donde hay un grupo de personas, hay unas que son mejores y otras peores en general y en asuntos particulares. Siempre hay gente que destaca, lo cual no quita que en otros aspectos los sobresalientes sean mediocres. Por supuesto, tampoco esa élite ha de arrogarse privilegios que vayan más allá del ser superiores en aquello en lo que lo son (es decir, de ser excelentes arquitectos, con todo lo que ello conlleva de gloria, dinero, etc., no les tiene que llevar a solicitar el poder, o que se les reverencie más allá de su maestría como arquitectos, o, simplemente, a quedarse para sí sus conocimientos arquitectónicos como si fueran una especie de guardianes de oscuros arcanos), o de marcar el camino a los demás en lo respectivo a cómo llegar a su estatus. Nada de endiosamientos ni guruísmos.
Viene esto a colación de una discusión con una amiga en torno a la filosofía y algunos de sus aspectos. A propósito de Heidegger, ella no le perdonaba que al parecer llegara a decir que escribía para una élite, en lugar de escribir para todo el mundo. Yo defendía que por necesidad, siempre se piensa para una élite (para un grupo de gente que sabrá captar mejor ese pensamiento, que por lo tanto se convierten en una élite respecto al mismo), y que pretender "aplanarlo", hacerlo "para todos", es una mutilación, hurtarle su quid. Obviamente, ello no quiere decir que la filosofía tenga que ser una doctrina secreta al alcance de unos muy pocos elegidos. Pero que esté al alcance de todos, y que se pueda divulgar para que los que se interesen en sus asuntos puedan entrar en ellos, no quita para que en realidad sean muy pocos los que en realidad penetren en sus santuarios. Porque creo que es así, que son muy pocos los que alcanzan las cimas filosóficas. Los demás, nos quedamos en mediocres (unos más y otros menos) comentadores, rumiadores y regurgitadores, con mayor o menor fortuna.
Lo que ocurre, como en muchos otros campos, es que el mediocre tiende a despreciar al que se ha colocado por encima de él, y a pastorear de la forma más paternalista a quien viene por debajo. De este modo se crea la ficción de que los de más arriba no están ahí de forma "limpia", quedando ellos como los auténticos superiores. Y este lenguaje de superiores e inferiores, de élites en sentido peyorativo, ya es sintomático de que en realidad, quien se siente por encima es el mediocre.
2 comentarios:
¡Que manía tan fea la de querer "globalizarlo" todo!.
Pienso que sí: las élites existen y de hecho, son necesarias. Muchos aspectos vitales y sociales incluso perderían "encanto" si no las hubiese.
El que existan élites, en mi modesta opinión, es un indicativo de pluralidad. Un color más del arcoiris humano.
Amigo Pez, como no podría ser de otra forma: estoy totalmente de acuerdo contigo.
¡He dicho!
Y si lo enlazamos con lo que decía el otro día, el ser élite también tiene sus obligaciones, suficientes como para encima ponerse en pedestales.
Saludos!!!!!
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