Ahora que me sitúo frente a un nuevo miliario de mi vida, siento que el grueso ya me queda a las espaldas, que no doy mucho más de mí. Si tenía algunas potencialidades, ya se cumplieron. Ahora sólo queda vagar por el tiempo esperando el desenlace, intentando no empañar con él el poco brillo que le haya podido sacar a la vida.
Por otra parte, y consciente de que puede que ya tenga más por detrás que por delante, algo en mis tripas se rebela y me dice que hay que luchar un poco más, que aún no he tenido bastante. No sé muy bien para qué ni por qué. Tal vez sólo sea la lucha por la lucha, que no es poco.
¿Era esto la vida? ¿Esto? Bien, vamos a ver qué nos depara la próxima milla, cómo la pavimentamos, qué flores nos alegraran con sus colores y aromas en la cuneta, qué chaparrones la embarrarán y qué soles la calentarán. En definitiva, vamos a seguir viviendo. Aunque no valga la pena, aunque ya no sirva para mucho.
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