A veces nos las queremos dar de listos y la cagamos. Algo así le ha pasado hoy a un señor que, sabio él, quería dar una lección a su nieta. A vuelapluma, justo cuando pasaba por su lado, le he oído decir: "no olvides que siempre te acostarás sin saber una cosa más".
De entrada, sorpresa. ¿Ha dicho lo que creo que ha dicho?
Luego, una sonrisa interior. Hay qué ver las tonterías que llegamos a decir, quedándonos más anchos que largos.
Finalmente, el poso. Sin saberlo, el hombre ha dado en algún clavo, porque no me dirán que no es verdad que siempre nos acostamos sin saber algo, que siempre queda algo por saber. Y aún más, porque si bien tendemos a valorar a la gente por el conocimiento adquirido, por lo que sabe, podemos probar a invertir la cosa y juzgarla por lo que no sabe. Tal vez así cambiarían muchas cosas y muchos pedestales quedarían vacantes. Pero claro, suponemos que el señor quería decir otra cosa, dejando a un lado esta especie de epistemología negativa. ¿O no?
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