miércoles, 17 de agosto de 2011

Ciudadanos-clientes

Hemos pasado de aquello de fidelizar al cliente, a robárselo a la compañía de al lado. Para ello, se le ofrece el oro y el moro a todo aquél que se incorpore, dejando de lado a los viejos clientes, que se han de ir en vista de que otros les ofrecen condiciones más ventajosas. Se genera así una movilidad continua, un flujo clientelar del que al final sólo importa el balance. 

Al ritmo que vamos, y dada la creciente ubicuidad que las tecnologías permiten, y la deriva economicista y empresarial gubernamental, no estaría mal que los países empezaran a disputarse los ciudadanos. El territorio ya no es necesario, lo que importa son los ciudadanos. Que nos vendan la ciudadanía alemana, sueca, argentina..., según sus posibilidades, que nos ofrezcan condiciones, y que cada uno de nosotros pueda escoger según sus necesidades y criterios.

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