He estado dudando acerca de la conveniencia y pertinencia de escribir algo sobre el atentado de anteayer aquí en Mallorca (en realidad, doble atentado). No porque no lo sienta ni porque crea que de estas cosas no hay que hablar. Sino porque todo lo que se diga en estos momentos es redundante e incluso hartante. No sé a los demás, pero tanto mensaje compungido de condena, de firmeza, de unidad ya cansa, entre otras cosas porque uno ya duda de a quién van dirigidos, si a los terroristas o a los mismos que lo dicen, en la típica autocomplacencia en la que tan a menudo nos revolcamos. A los que tenemos claro que no queremos usar la violencia y rechazamos el asesinato como arma política nos resulta extraño que haya quien esté dispuesto a usar esos medios. Pero hay quien cree que es el camino correcto, así que nos toca apechugar, prevenir y estar preparados, porque en cualquier momento puede caer el próximo.
Pero bueno, no es sobre esto sobre lo que quería hablar. Quería relatar la vivencia personal, que a nadie interesa, pero que ahí está. Estaba haciendo la comida cuando las noticias anunciaron la última hora de una explosión en Palma Nova (que, por cierto, contra lo que dijeron los medios, no está a las afueras de Palma) frente a un cuartel de la Guardia Civil. "Mal rollo", pensé. Pero sin demasiada sorpresa ni sobresalto. Por desgracia, ya estamos acostumbrados a estas interrupciones, aunque es cierto que nunca había sido tan cerca. Poco a poco iban llegando las peores noticias: dos muertos. Y toda la isla sumida en el estupor y en el caos provocados por los controles, que aparecieron por todas partes.
Mallorca siempre se había sentido inmune ante estas cosas. Una grandísima mayoría de gente opinaba que los etarras aquí no se atreverían a actuar porque "no se puede escapar". Incluso después de algún que otro atentado menor, se seguía opinando así. Nunca estuve de acuerdo, y he tenido algunas discusiones al respecto. Si no actuaban era más bien por el carácter ultraperiférico de las islas (en la periferia de la periferia, que ni siquiera a los enemigos del país merecía atención). Por eso se tenía la guardia muy bajada (al parecer, y sorprendentemente no había cámaras en el cuartel, y los coches pasaban la noche en la calle, sin que nadie se molestara en hacer rondas, vamos, que eran un objetivo más que fácil). Y por eso ha sorprendido tanto este atentado.
A pesar de todo, no en vano Mallorca es la isla de la calma, y aquí se viven las cosas con un estoicismo que roza el pasotismo. Un mohín, un "Quin desastre!", y palante. Al fin y al cabo, es nuestro deber el no caer en pánicos, paranoias, o aspavientos, que es, en parte, lo que pretenden. En definitiva, un triste ciudadano como servidor sólo puede hacer su pequeño homenaje a las víctimas (sin ser de lo más sentido, sirva la entrada como tal) y esperar a que la policía haga su trabajo y nos evite más noticias de estas. Y estar preparado, porque en cualquier momento cae el siguiente.
Para terminar, una pseudorevista de prensa, con dos titulares que han llamado mi atención (ninguno de los dos miente, pero en ambos quedan insultantemente claras las intenciones e inclinaciones). Empecemos por Gara:
"Una bomba lapa mata a dos agentes en Mallorca en el segundo ataque contra la Guardia Civil en 34 horas" (o "el ataque de las bombas lapa, esos peligrosos animales que, a veces, se quedan a dormir debajo de los coches").
Y vayámonos al otro lado, a Libertad Digital:
"Ni Zapatero ni Rajoy estuvieron en el funeral" (o "de tanto estar con las víctimas, las obviamos y nos centramos en lo nuestro, que es dar palos y estimular la reflexión de nuestros finos comentaristas, que se rasgarán las vestiduras por que haya una pancarta en catalán").
En fin, lo dicho, que en breve tendremos el próximo.
Pero bueno, no es sobre esto sobre lo que quería hablar. Quería relatar la vivencia personal, que a nadie interesa, pero que ahí está. Estaba haciendo la comida cuando las noticias anunciaron la última hora de una explosión en Palma Nova (que, por cierto, contra lo que dijeron los medios, no está a las afueras de Palma) frente a un cuartel de la Guardia Civil. "Mal rollo", pensé. Pero sin demasiada sorpresa ni sobresalto. Por desgracia, ya estamos acostumbrados a estas interrupciones, aunque es cierto que nunca había sido tan cerca. Poco a poco iban llegando las peores noticias: dos muertos. Y toda la isla sumida en el estupor y en el caos provocados por los controles, que aparecieron por todas partes.
Mallorca siempre se había sentido inmune ante estas cosas. Una grandísima mayoría de gente opinaba que los etarras aquí no se atreverían a actuar porque "no se puede escapar". Incluso después de algún que otro atentado menor, se seguía opinando así. Nunca estuve de acuerdo, y he tenido algunas discusiones al respecto. Si no actuaban era más bien por el carácter ultraperiférico de las islas (en la periferia de la periferia, que ni siquiera a los enemigos del país merecía atención). Por eso se tenía la guardia muy bajada (al parecer, y sorprendentemente no había cámaras en el cuartel, y los coches pasaban la noche en la calle, sin que nadie se molestara en hacer rondas, vamos, que eran un objetivo más que fácil). Y por eso ha sorprendido tanto este atentado.
A pesar de todo, no en vano Mallorca es la isla de la calma, y aquí se viven las cosas con un estoicismo que roza el pasotismo. Un mohín, un "Quin desastre!", y palante. Al fin y al cabo, es nuestro deber el no caer en pánicos, paranoias, o aspavientos, que es, en parte, lo que pretenden. En definitiva, un triste ciudadano como servidor sólo puede hacer su pequeño homenaje a las víctimas (sin ser de lo más sentido, sirva la entrada como tal) y esperar a que la policía haga su trabajo y nos evite más noticias de estas. Y estar preparado, porque en cualquier momento cae el siguiente.
Para terminar, una pseudorevista de prensa, con dos titulares que han llamado mi atención (ninguno de los dos miente, pero en ambos quedan insultantemente claras las intenciones e inclinaciones). Empecemos por Gara:
"Una bomba lapa mata a dos agentes en Mallorca en el segundo ataque contra la Guardia Civil en 34 horas" (o "el ataque de las bombas lapa, esos peligrosos animales que, a veces, se quedan a dormir debajo de los coches").
Y vayámonos al otro lado, a Libertad Digital:
"Ni Zapatero ni Rajoy estuvieron en el funeral" (o "de tanto estar con las víctimas, las obviamos y nos centramos en lo nuestro, que es dar palos y estimular la reflexión de nuestros finos comentaristas, que se rasgarán las vestiduras por que haya una pancarta en catalán").
En fin, lo dicho, que en breve tendremos el próximo.
2 comentarios:
He hallado tu blog un poco por casualidad y me ha interesado lo poco que he leído.
Me ha llamado la atención esta última entrada sobre lo ocurrido en tu ciudad. Yo también escribí algo en mi blog y sentí las mis dudas que tú. No sabía si escribir o callarme para no unirme a ese 'coro oficial' que siempre repiten lo mismo. Tanto, que llega a perder todo su sentido lo que dicen.
Seguiré asomando de vez en cuando por aquí mi nariz, con tu permiso. Te seguiré aunque a veces no añada nada, pero reflexionaré en silencio.
Un saludo de un Náufrago
Hola, Julio, bienvenido el espejo y gracias por el comentario.
Es fácil con este asunto caer en cuatro generalidades y dejarse llevar por la indignación del momento. Pero esta vez tocó cerca (aunque Palmanova está a unos kilómetros de Palma, he ido a la playa cientos de veces allí, e incluso aparcaba del lugar del atentado cerca).
no dudes en pasar por aquí, no hace falta permiso. Y si es con algún reflejo, tanto mejor.
Saludos.
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