Hay días que son de una densidad histórica extraña. En todos los años que ha vivido la humanidad es normal que cada día haya algo que recordar. Pero es que hay algunas jornadas en las que se acumulan las efemérides "importantes" (en realidad, cualquier pequeño hecho pude ser, a la postre de mayor importancia que cualquiera de sus efectos más llamativos y espectaculare, así que nunca se sabe qué es más importante en todo un proceso). Ayer fue uno de esos días, y lo fue para un país concreto: Alemania celebró-recordó varios hechos importantes de su historia (y en cierto modo, también de la historia universal). En primer lugar, hacía 90 años que se proclamó la primera república y el inicio de la primera democracia parlamentaria propiamente dicha. En segudo, se cumplían los 70 de la Noche de los Cristales Rotos. Finalmente, se celebraba que hace 19 años cayó el Muro de Berlín. Es sobre el segundo hecho sobre el que me apetece hablar.
Desde el primer momento, los nazis tenían a los judíos en el punto de mira. Poco a poco, y en paralelo al creciente control y adoctrinamiento sobre la sociedad alemana por parte de la dictadura nazi, la presión hacia los judíos fue creciendo (creación de ghettos, expulsión de sus trabajos...), llegando a finales de octubre de 1938 al secuestro y deportación de unos 20000 judíos de origen polaco. En Polonia, país al que fueron enviados, los rechazó, quedando hacinados en tierra de nadie en condiciones infrahumanas. Esto provocó que una de las familias deportadas se pusiera en contacto con un familiar huido a Francia, de nombre Herschel Grynszpan, quien intentó pedir ayuda al secretario de la embajada alemana en Francia, Ernst vom Rath, que se negó a conceder cualquier clase de ayuda a esas gentes. Indignado y desesperado, Grynszpan atentó contra vom Rath el 7 de noviembre, falleciendo el 9.
Con el asesinato de vom Rath, los nazis tuvieron la excusa perfecta para destar las iras populares contra los judíos. La propagando y la movilización funcionaron, y la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 se produjo el ataque a los barrios y comercios judíos, y también a las sinagogas y cementarios de toda Alemania y Austria. Hasta 30000 judíos fueron detenidos en esa noche, y llevado a campos de concentración, y los que quedaros se vieron sin sus negocios e incluso sin sus casas, arrasadas por las masas fanatizadas (al parecer, la gran mayoría de alborotadores eran soldados, miembros del partido nazi y de las SS).
Las protestas internacionales no tardaron en llegar, pero la arrogancia nazi no se dio por aludida, y la Noche de los Cristales Rotos supuso un importante punto de inflexión en el tratamiento de la "cuestión judía", que, si bien ya era aberrante y despiadada, alcanzó a partir de entonces cotas inimaginables (hasta llegar a los planes de exterminio masivo, que medio lograron).
Con la perspectiva del tiempo, se ha estado recordando esa infame noche, y en especial en Alemania. Esta bien que los que la hicieron sean los que más presente lo tengan, por la cosa de la corrección política y de lavar sus culpas (aunque es evidente que los de ahora no tienen ninguna culpa de lo que sus antepasados hicieron). Pero tampoco está mal que todos lo sepamos y lo tengamos en cuenta, no sea que nos de por caer en estas cosas. Sobretodo en tiempos de crisis, cuando todo se tambalea y parece amenazado, momentos en los que es más fácil que alguien sea tomado como chivo expiatorio de los errores/culpas/fallas colectivos. Aunque tampoco hemos de caer en una obsesión enfermiza con todos los crímenes del pasado, obsesión que no nos deje seguir caminando hacia adelante.
Desde el primer momento, los nazis tenían a los judíos en el punto de mira. Poco a poco, y en paralelo al creciente control y adoctrinamiento sobre la sociedad alemana por parte de la dictadura nazi, la presión hacia los judíos fue creciendo (creación de ghettos, expulsión de sus trabajos...), llegando a finales de octubre de 1938 al secuestro y deportación de unos 20000 judíos de origen polaco. En Polonia, país al que fueron enviados, los rechazó, quedando hacinados en tierra de nadie en condiciones infrahumanas. Esto provocó que una de las familias deportadas se pusiera en contacto con un familiar huido a Francia, de nombre Herschel Grynszpan, quien intentó pedir ayuda al secretario de la embajada alemana en Francia, Ernst vom Rath, que se negó a conceder cualquier clase de ayuda a esas gentes. Indignado y desesperado, Grynszpan atentó contra vom Rath el 7 de noviembre, falleciendo el 9.
Con el asesinato de vom Rath, los nazis tuvieron la excusa perfecta para destar las iras populares contra los judíos. La propagando y la movilización funcionaron, y la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 se produjo el ataque a los barrios y comercios judíos, y también a las sinagogas y cementarios de toda Alemania y Austria. Hasta 30000 judíos fueron detenidos en esa noche, y llevado a campos de concentración, y los que quedaros se vieron sin sus negocios e incluso sin sus casas, arrasadas por las masas fanatizadas (al parecer, la gran mayoría de alborotadores eran soldados, miembros del partido nazi y de las SS).
Las protestas internacionales no tardaron en llegar, pero la arrogancia nazi no se dio por aludida, y la Noche de los Cristales Rotos supuso un importante punto de inflexión en el tratamiento de la "cuestión judía", que, si bien ya era aberrante y despiadada, alcanzó a partir de entonces cotas inimaginables (hasta llegar a los planes de exterminio masivo, que medio lograron).
Con la perspectiva del tiempo, se ha estado recordando esa infame noche, y en especial en Alemania. Esta bien que los que la hicieron sean los que más presente lo tengan, por la cosa de la corrección política y de lavar sus culpas (aunque es evidente que los de ahora no tienen ninguna culpa de lo que sus antepasados hicieron). Pero tampoco está mal que todos lo sepamos y lo tengamos en cuenta, no sea que nos de por caer en estas cosas. Sobretodo en tiempos de crisis, cuando todo se tambalea y parece amenazado, momentos en los que es más fácil que alguien sea tomado como chivo expiatorio de los errores/culpas/fallas colectivos. Aunque tampoco hemos de caer en una obsesión enfermiza con todos los crímenes del pasado, obsesión que no nos deje seguir caminando hacia adelante.
4 comentarios:
Mola que dediques una entrada a semejante efeméride.
No hay que olvidar el pasado, sobre todo porque hay que aprender de él para no volver a cometer los mismos errores.
Siempre me ha interesado todo el tema del nazismo y el Holocausto, más que por evitar que vuelva a ocurrir (me temo que tal y como somos, estas cosas pasan, si bien tal vez no con esta magnitud), porque me parece inexplicable e increíble el cómo se pudo llegar a estos extremos (supongo que por la exacerbación tecnológica de ciertas dinámicas humanas que, de no mediar la técnica, se quedarían en menos).
Salud!
Alemania fue el primer país en reconocer la barbarie del holocausto y el primer país que supo reconocer sus errores y responsabilidades durante la guerra, cosa que ningún otro país (Francia, Inglaterra o Rusia) Europeo hizo, o al menos con la rapidez y agilidad de los alemanes. Es interesante estudiar el periodo que va de 1945 a 1953 y ver como países super democráticos como Suiza, Belgica o Francia no quisieron saber nada de los judíos u otros supervivientes de los campos de concentración o de la esclavitud del Tercer Reich. De la Europa Oriental ya ni hablo el trato que dieron a los sin patria. Buen blog.
Hola, opusprima, gracias por comentar.
Sí, es muy curiosa la fase que vino tras la guerra. Sobretodo porque los que pusieron en marcha el proceso fueron los mismos alemanes, justamente ellos que unos años antes se embarcaron en el delirio nazi. Esto demuestra que somos capaces de lo mejor y de lo peor, y que en el fondo, todo depende de quien se ponga al frente, que el pueblo, en el fondo, pinta poco.
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