martes, 18 de noviembre de 2008

Días sombríos


Hay días desérticos, en los que la vida parece un páramo en el que no hay nada vivo en millas. Días en los que se desea derretirse y desaparecer de la faz de la tierra, en silencio. En los que se sabe que nadie va a sentir la más mínima pena por nustra desaparición (eso si alguien desperdicia algún segundo en evocarnos). Días en los que da lo mismo matar que morir, porque ni la vida ni la muerte tienen valor. Días que, en definitiva, merecerían ser desterrados al olvido. Pero que desde las grietas de la memoria ayudan, aun de forma involuntaria, a seguir adelante, a vivir y a apreciar las jornadas en las que algún hierbajo sale a nuestro encuentro.

3 comentarios:

PENSADORA dijo...

AINS! que malos son esos días... pero que buenos cuando lo recuerdas de lejos como "sólo un día más".

Yo soy experta en tener "días tontos" pero también he perfeccionado mi técnica de recuerdo de éstos para disfrute de otros. Ains! que mal me explico ¡coño!... ya me pillas ¿no?

Johannes A. von Horrach dijo...

Imagino que no hay que interpretar la entrada al pie de la letra, y que ese día no fue precisamente ayer, no? Piense que fue un gran día, con múltiples apariciones al pie de la Serra, con Mesías incluído, jajajaj.

El Pez Martillo dijo...

Se te pilla, Pensadora, se te pilla sin problemas. Por ahí iban mis tiros. Supongo que todos tenemos días así, y no hay que darles demasiadas vueltas (también nos esfrozamops por que los demás no se enteren de que tenemos el día atravesado, así que es normal que siempre parezca que nosotros tenemos más que los demás).

Horrach, ya sabe usted que casi nunca hay que interpretar mis entradas al pie de la letra. Ayer fue un día muy esclarecedor. Un poco "lacio", pero iluminador. Y, parafraseando un poco a Serrat, hoy puede ser un gran día... (o mejor, haciendo mías las palabras del gran Raphael, hoy será mi gran noche...).

Saludos.