viernes, 6 de abril de 2007
Maneras de morir. Reflexiones fragmentadas.
A menudo me meto en sombrías reflexiones en torno a la muerte. He visto morir a mucha gente ya, de todas las edades, desde bebés a ancianos. Y la cosa da qué pensar. Hay muchas formas de morir. Hay quien muere poco a poco, desgastándose, perdiendo fuerzas, como una vela que se va consumiendo. Otros mueren de repente, fulminados, paseando, jugando a las cartas con los amigos o en el fútbol. Los hay que tiene altibajos, momentos en los que se tontea con la pálida dama, pero que luego remontan para volver a caer más tarde, y así hasta que llega una última bajada. Hay una cosa curiosa, eso que llaman "la mejoría de la muerte", que consiste en una mejoría que se experimenta en la enfermedad antes de morir. Es un estado de mayor lucidez, incluso algunos pacientes llegan a salir del estupor y la inconsciencia en la que la agonía los tiene sumidos, incluso se han dado casos de salir del coma. En los familiares esto puede dar la falsa sensación de que aún hay esperanzas. Los profesionales sabemos que es una sentencia, una pequeña ventaja que les concede la de la guadaña, segura de su triunfo.
Y también algunas veces me he debatido entre qué es mejor, si una muerte rápida o una muerte lenta y dolorosa. Puesto que hay que morir, en realidad da igual. Mucha gente piensa que lo mejor es morir durmiendo. Pero a mi eso no me convence. Tampoco es que desee una muerte extremadamente dolorosa, pero sí una en la que me pueda dar cuenta de que estoy muriendo. Como digo algunas veces: "ya que no estuve ahí el día de mi nacimiento, quiero estar el de mi muerte". Se trata de uno de los días más importantes de la vida, por la que muy posiblemente se va a medir, y casi seguro que es lo único que va a quedar de mi cuando los que me hayan querido ya no tengan quien les recuerde.
Como creo que a todos, me aterra la perspectiva de morir, no por lo que pueda venir después (sinceramente, no creo que haya nada, y si lo hay, ya llegará), sino por el momento del paso, el instante en el que ves que te estás muriendo. Ser consciente de eso debe de ser terrible. Aunque supongo que depende de la vida que hayas llevado, de lo que hayas podido cumplir y de lo que te pueda quedar por hacer.
Normalmente se tiende a considerar que la muerte de un niño es terrible, algo contranatural. Tendemos a considerar la vida como algo que está por delante y por detrás de nosotros (proyecto y biografía), y nos olvidamos que la vida es presente, que es lo que vamos haciendo día a día. Y los niños están en el mismo juego que los mayores, y por lo tanto están igual de expuestos que los adultos. Me hablan a veces de la lógica, de lo natural, pero yo no estoy muy convencido de que lo natural sea que un niño viva muchos años. De ehecho, junto alos ancianos, representan el grupo más vulnerable. A pesar de ello, ver morir a un niño es traumático, más que nada por el potencial desperdiciado, y por los que quedan vivos.
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3 comentarios:
Imagino que tiene explicación médica esa aparente mejoría antes de morir, ¿no? ¿Sabe usted a qué se debe?
En sus diarios, Kafka se refiere en ocasiones a esa sensación de bienestar y mejora que le provocó la tuberculosis que lo acabó matando. En parte esa sensación era psicológica (saber lo que tienes, aunque sea malo, al menos es estar seguro de alguna cosa).
Pues al parecer esto dela mejoría de la muerte es algo bastante desconocido y desconcertante para la medicina. Desconozco a qué se pueda deber, pero preguntaré a alguna doctora que esté dispuesta a ilustrarnos con su sabiduría a ver si me lo aclara. Le mantendré informado.
Por lo pronto, he encontrado esto en la wiquipedia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Mejor%C3%ADa_de_la_muerte
Gracias por sus esfuerzos; permaneceré atento a sus pesquisas. Sólo una pregunta: ¿por qué será una doctora la preguntada y no un doctor? No me diga que va a poner en práctica y en dúo una escenificación de esa pequeña muerte que también implica subidas y bajadas de vitalidad y de lo que haga falta, ¿no? :-)
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