La respuesta más evidente es que escribo para quien tenga a bien malgastar un tiempo de su vida en leerme. Pero no lo tengo claro. Cuando escribo no pienso en los lectores, de los que presumo que tienen personalidad y demás, pero que en el fondo están reducidos a meros puntos rojos en el mapamundi de al lado, y a los que en una grandísima mayoría ni siquiera voya ver en la vida. No. No creo que escriba para vosotros. Ni siquiera para mi. Porque, vamos a ver, ¿si ya tengo estas cosas en la cabeza, qué necesidad tengo de sacarlas de mi? Pero las saco. En principio para matar el tiempo. Y también para ordenar el caos que se acumula dentro de mi cabeza. Porque la mayor parte de todo es puro caos. Y volcándolo afuera, le doy algo de forma, lo ordeno un poco, lo justo. Pero al menos quedo más tranquilo, creyendo que he podido sacar de mi algo más o menos coherente, sucumbiendo ante la ficción de que he podido fijar algo mío, traspasar algo subjetivo a la realidad objetiva. Creo que eso es lo que en el fondo todos buscamos, un asidero que nos una a un mundo fijo y sin rendijas. Ahí fuera no dejamos ver las grietas que intuimos aquí dentro, y así nos consolamos. Pensándolo mejor, sí que escribo para mi. Y para ti también. Para que veas que puedo tener ideas y expresarlas, que no soy el tarado que veo todos los días en mi espejo.
viernes, 27 de abril de 2007
Para quién escribo
La respuesta más evidente es que escribo para quien tenga a bien malgastar un tiempo de su vida en leerme. Pero no lo tengo claro. Cuando escribo no pienso en los lectores, de los que presumo que tienen personalidad y demás, pero que en el fondo están reducidos a meros puntos rojos en el mapamundi de al lado, y a los que en una grandísima mayoría ni siquiera voya ver en la vida. No. No creo que escriba para vosotros. Ni siquiera para mi. Porque, vamos a ver, ¿si ya tengo estas cosas en la cabeza, qué necesidad tengo de sacarlas de mi? Pero las saco. En principio para matar el tiempo. Y también para ordenar el caos que se acumula dentro de mi cabeza. Porque la mayor parte de todo es puro caos. Y volcándolo afuera, le doy algo de forma, lo ordeno un poco, lo justo. Pero al menos quedo más tranquilo, creyendo que he podido sacar de mi algo más o menos coherente, sucumbiendo ante la ficción de que he podido fijar algo mío, traspasar algo subjetivo a la realidad objetiva. Creo que eso es lo que en el fondo todos buscamos, un asidero que nos una a un mundo fijo y sin rendijas. Ahí fuera no dejamos ver las grietas que intuimos aquí dentro, y así nos consolamos. Pensándolo mejor, sí que escribo para mi. Y para ti también. Para que veas que puedo tener ideas y expresarlas, que no soy el tarado que veo todos los días en mi espejo.
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