"En la medida de su atractivo, una mujer está expuesta al deseo de los hombres. A menos que tome partido por la castidad y se esfume del todo, en principio la cuestión es saber a qué precio y en qué condiciones ella cederá. Pero siempre, una vez satisfechas las condiciones, se da como objeto [...] Por los cuidados que pone en su aderezo, en conservar su belleza -a la que sirve el aderezo-, una mujer se toma a sí misma como un objeto propuesto continuamente a la atención de los hombres" (yo añadiría, y a la de las otras mujeres, en tanto que rivales).
"Lo más frecuente es que el objeto que se ofrece a la búsqueda masculina se haga esquivo. Y, si se zafa, eso no significa que la proposición no haya tenido lugar; quiere decir que no se han dado las condiciones requeridas. O, aunque estas condiciones se den, la huida primera, aparente negación del ofrecimiento, subraya el valor de lo ofrecido. [...] Ofrecerse es la actitud femenina fundamental pero, al primer movimiento -el ofrecimiento-, le sigue el fingimiento de su contrario."
"... el atractivo de una cara bella o de un vestido bello actúa en la medida en que esa cara bella anuncia lo que el vestido disimula. De lo que se trata es de profanar esa cara, su belleza. De profanarla primero revelando las partes secretas de una mujer, y luego colocando ahí el órgano viril. Nadie duda de la fealdad del acto sexual. Del mismo modo que la muerte en sacrificio, la fealdad del apareamiento hace entrar en la angustia. Pero cuanto mayor sea la angustia -en la medida que la fuerza que tengan los partenaires-, más fuerte será la conciencia de estar excediendo los límites, conciencia decidida por un éxtasis de alegría. [...] Nada más deprimente para un hombre, que la fealdad de una mujer, sobre la cual la fealdad de los órganos o del acto no se destaca. La belleza es importante en primer lugar por el hechop de que la fealdad no puede ser mancillada, y que la esencia del erotismo es la fealdad. [...] Cuanto mayor es la belleza, más profunda es la mancha."
Georges Bataille. El erotismo.
9 comentarios:
Al doctor le gusta mucho el tercer texto batailleano, merci Pez: eso de que 'la belleza debe morir' como diría Morrisey (refiriéndose a otras cosas) sugiere mucho, retumba en la sesera.
Me viene a la cabeza, en la simbiosis batailleana de lo bello y lo ctónico, esas imágenes de pornos, esas imágenes en escorzo de felaciones que acaban con el semen chorreando sobre el rostro angelical de algunas actrices, que lo reciben con los ojos cerrados y la boquita abierta, tal cual la reproduciión de la Santa Teresa de Bernini (arriba). La belleza mancillada por lo viscoso seminal y por la fealdad grotesca de un pollón de 25 centímetros, metáfora de la belleza que sólo existe para ser destruida, ya sea por el hombre o por el tiempo implacable y devastador. Belleza nevermore! Abajo los ideales!
Gracias por el Kiliedro (www.kiliedro.com), amigo! Te invito a un café.
Un poco más de Bataille:
"la 'comunicación' no tiene lugar más que entre dos seres puestos en juego, desgarrados, suspendidos, inclinados uno y otro sobre su nada".
Imagen grotesca y sucia la que nos relata el doctor H. Pero también es estimulante. Y precisamente por eso que tiene de asqueroso, que conecta con lo más animal que hayen nosotros, debidamente potenciado y sublimado por la prohibición. Nada más atractivo que una joven dulce y angelical realizando actos que su aspecto no presagiaba de ninguna manera (es más, que chocan con él, que le resultan bizarros). ¿Entiende usted ahora el porqué de algunos de mis gustos de bar?
Y otra reflexión más: el rechazar a las "frescas", "pendones", "fáciles" y demás fauna ctónica no es tanto sobre una base de moralidad falocrática, sino porque con ellas el contraste (la caída, podríamos decir) no es tan llamativo, no estimula tanto (no es lo mismo hacer puentig en un torrente seco que en un viaducto a 200 metros de altura). A raíz de esto podríamos decir que la moral tiene algunos de sus fundamentos en cuestiones muy alejadas de lo que consideraríamos moralmente correcto.
PD: muy bueno el fragmento último.
Sobre sus 'gustos de bar', amigo Pez, permítame que le reconvenga un poco: una cosa es una belleza tirando a angelical, y otra es un callo andrógino sin chicha ni ná. Ya sé que el doctor es muy quisquilloso con estas cosas, pero bueno, para entendernos: mi modelo de belleza angélica con perturbador potencial mancillable podría ser, tirando del mainstream, el de la Britney Spears en ese video en el que aparecía vestida de colegiala. O esa foto de la dulce Ivanka Trump, con 15 añitos. Pero la escuálida chinita de la copistería, como que no.
Saludos.
Doctor H haciendo amigos: primero el antropólogo-marqués-hijo-de-premio-nobel, luego Lulú y ahora el ataque que más me ha dolido: mi copistera favorita. ¡Sólo queda batirnos en duelo, vive Dios! Espero que no nos lea nadie de la facultad (aunque por las miraditas que echaba el otro día el marqués, tengo mis dudas).
Aunque mi abanico es muy amplio, y usted lo sabe bien, no sé porqué me llaman la atención los callos escuálidos que no tienen chcicha ni ná, como vos decís. A lo mejor es por pura deformación profesional, ya que al trabajar con enfermos, tiendo a fijarme en entidades de aspecto frágil y enfermizo. ¿Tendría que psicoanalizarme?
Si nuestras especulaciones son ciertas, enhorabuena, Pez!, pues todo un marqués, y escritor, y amigote de la testa coronada, nos está leyendo.
¡¡¡Si nos lees, marquesín, hola holita, peaso capullín!!!
Que conste que no me hago responsable de lo que los comentaristas quieran decir aprovechando el canal que tienen en mi blog (aunque muchas veces lo suscriba)
-Yo hago psicoanálisis. Sin compromisos. Satisfacción garantizada. Cupones descuento. Se admiten recetas. Privado o en público.
-Pero... pero... ¡usted es el paciente!
-Ya salió la zarigüeya.
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